Año CXXXIV
 Nº 49.297
Rosario,
domingo  11 de
noviembre de 2001
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Opinión
Marcando la diferencia

Jorge Sansó de la Madrid

Siempre se dice que el último apaga la luz. En ese rol, Carlos Reutemann está recitando sus parlamentos: "Estoy acá para defender a Santa Fe hasta el límite de mis posibilidades". El tono épico de la frase se traduce en las múltiples referencias implícitas que contiene o que permite deducir. "Estoy acá para defender...". Estoy yo, no está otro, parece decir el gobernador en su intento de refrendar el centro de un escenario provincial que desde hace mucho ocupa prácticamente en soledad. Un esfuerzo a todas luces ocioso si la declaración no tuviera el tono belicista que parece traducir su formulación de excesiva dignidad para describir una mera puja financiera.
La conferencia de prensa a la que llamó Reutemann el viernes a la mañana para informar sobre el resultado de las gestiones económicas emprendidas junto a sus pares justicialistas hay que leerla en clave política. Desde el punto de vista del motivo de esas declaraciones había poco por develar que no fuera el rotundo fracaso de los gobernadores opositores, de los que el santafesino fue inusualmente una de sus caras más visibles en las negociaciones y, finalmente, de la negativa a firmar el acuerdo.
Si Reutemann tiene que defender a la provincia hasta el límite de sus posibilidades quiere decir que Santa Fe necesita ser defendida de algún ataque que ahora pone en verdadero riesgo su integridad. Toda agresión tiene un atacante y dado que Reutemann habló así a su regreso de Buenos Aires luego de otros rounds por los fondos que la Nación quiere incautarle no quedan dudas de que el agresor es Domingo Cavallo, a quien el presidente Fernando de la Rúa le rubrica cada ocurrencia haciendo rodar la cabeza de algún otro ministro.
Una relación jalonada de paradojas han cimentado Reutemann y el ministro de Economía. Una amistad de la que ambos se jactaron en innumerables oportunidades. Para el Lole, Cavallo era una especie de genio, fue el único grandote del peronismo en apoyar de cuerpo presente una de sus candidaturas y le resultó el más eficiente antídoto para frenar la arremetida menemista que en 1999 quería que reemplazara a Eduardo Duhalde en la candidatura presidencial del PJ. "Haría fórmula con Cavallo", les dijo entonces Reutemann y santo remedio.

Cuando las rutas se separan
Los caminos se bifurcaron cuando el ministro comenzó a trastabillar con sus medidas mientras el Lole lograba mantener en una tranquila meseta su buena performance, sólo aguijoneada por la oleada de votos en blanco del 14 de octubre de la que ahora casi parece acordarse con excepción de él mismo. Es decir, mientras uno se vio obligado a pensar en su presente y el otro pudo seguir actuando en función de su futuro.
La rebelión de los gobernadores contra la nueva idea de Cavallo fue riesgosa a punto tal que la prensa de otros países recogió la preocupación internacional no sólo por la inestabilidad de las finanzas sino ahora también política en la Argentina. Los gobernadores no pudieron quebrar a Cavallo y a poco de 24 horas de su desafío se anunciaba que cuatro provincias justicialistas se avendrían a firmar el acuerdo.
Esto ya lo sabía el Lole cuando llamó a la prensa el viernes y advirtió que Santa Fe podría quedar en soledad al plantarse en defensa de sus intereses. Razonable y comprensible es cuanto dijo ese día. Si esta provincia está más o menos ordenada, es tremendamente indignante e injusto que la inunden de bonos, como acontecerá; que le quiten recursos para favorecer a las que hicieron de sus finanzas un caos; que no le paguen lo que deben ni la ayuden por debajo de la mesa, como hacen con otras. En suma, que la dejen casi librada a una suerte que no necesita de adivinación: tarde o temprano el quiebre obligará a Santa Fe a emparejarse con las demás pagando con bonos, despidiendo empleados, resintiendo sus servicios.
Más temprano que tarde, si se considera que el portazo que pretendió dar esta semana el ministro de Salud, Carlos Parola, es un síntoma del resquebrajamiento financiero provincial, que el gobernador calificó de "extremadamente crítico". Parola se queja de la necesidad de fondos que le retacea su par de Hacienda, Juan Carlos Mercier, y éste a su vez se justifica diciendo que se ve obligado a usar un gotero más chico porque la Nación prácticamente le ha cerrado la canilla. Pero Parola no se fue y aunque termine abandonando finalmente el cargo en poco tiempo más, ahora no era el momento oportuno. Una crisis de gabinete es lo que menos necesita el gobernador cuando más requiere exhibir un frente monolítico detrás de su liderazgo. Algo en lo que la oposición provincial contribuye enormemente, y al parecer gustosa.
En base a esta señal Reutemann puede prometer esa defensa sin claudicaciones que anunció el viernes. Nadie más que él estaría en condiciones de hacerlo, también puede deducirse que quiso decir. El en representación de todos los santafesinos, dicho en más amplio de los sentidos. Entonces no es ocioso que el gobernador haya hablado también de que va a analizar el acuerdo y que consultará con todos. Una estrategia que no es nueva. Ya la usó cuando apoyó aquella ley de reforma laboral con la que el gobierno nacional prometió dejarnos a los argentinos sin tiempo libre de tanto trabajo que crearía.
El Lole sorteó los reproches que deparó ese respaldo consultando a todos los sectores de la provincia. Desde ese entonces, el respaldo que hasta ese momento había sido únicamente suyo pasó a ser de toda la provincia. De este modo, el viernes Reutemann podría haber dejado abierta una puerta de salida por si tiene que firmar finalmente el acuerdo con la Nación que algunos sus pares están prestos a rubricar, por más que el jueves juraron que no lo harían.
No debe ser fácil firmar un documento que importa un compromiso por treinta años, como la vigencia del impuesto al cheque hasta 2031. Una firma que condicionará a los próximos siete gobernadores. Una pregunta se impone, o varias como siempre sucede. Si los gobernadores hicieron tanto esfuerzo para dar su demostración de fuerza sin conseguir el éxito, ¿quiere decir que no hay más remedio que firmar? Si esto fuera así, ¿tiene sentido demorar el trago amargo?Pues bien, vamos por parte y tratemos de respondernos estas inquietudes porque al cabo somos ciudadanos de este Estado y estamos hablando de cuestiones que podrían hacernos cobrar nuestros sueldos en bonos, o recibirlos de vuelto cuando compremos en un comercio...
Dijimos más arriba que las declaraciones de Reutemann del viernes deberían leerse en términos políticos. Bien podríamos decir que el Lole busca emular al brigadier López y le declarará la guerra al centralismo porteño, si ello no fuera un absurdo. Y además, porque Reutemann no es el brigadier, ni De la Rúa logra que al menos Buenos Aires crezca económicamente. Pues bien, qué busca Reutemann. Dijo que buscará la opinión de todos los sectores sobre el acuerdo que propone la Nación. Ello lo fortalecerá, ya sea para negociar o simplemente para aceptar. Para ello busca mostrar un liderazgo sin fisuras.
En el congreso nacional peronista que sesionó ayer en Lanús, convocado por Duhalde, estuvo ausente el vicepresidente de ese máximo órgano de decisión partidaria. El vicepresidente es Reutemann. El y sus ochenta y tantos congresales de Santa Fe no fueron, objetando la reunión por inoportuna.
"Duhalde busca lanzar virtualmente su candidatura presidencial para el 2003", se cansaron de susurrar los reutemistas y hasta el mismo gobernador adhirió desde una de sus habituales sinusoidales respuestas. Como si cupiera esperar otra cosa de un Duhalde que quedó con la sangre en el ojo por arte de la Alianza pero también del menemismo cuando lo hicieron perder hace dos años. Ahora, que viene de un triunfo electoral y no tiene nada más que hacer que condicionar a Carlos Ruckauf desde la inmensa estructura del peronismo bonaerense que él sigue dominando, todo cuanto haga será por la revancha.
Si esto, además de esperable, era lógico, hay que preguntarse por qué el Lole ordena a los congresales de Santa Fe no asistir en lugar de hacerlo y sumarse a otras provincias para tratar de frenar de una vez la intención del bonaerense de dominar los órganos de conducción partidaria para vengarse de Carlos Menem desplazándolo y poner a toda la estructura a trabajar en pos de sus ambiciones. Los gobernadores saben que por más que estén en la comisión que desplaza al menemismo no pueden consensuar nada sin que les demande un tiempo importante. Por eso, Reutemann enfatiza con perversidad que el bonaerense "tiene tiempo".

En la busca de ser distinto
Será porque una de las cosas que mejor le salen a Reutemann es marcar presencia con sus ausencias. Esto es, buscar diferenciarse. Así como la crisis económica ha horizontalizado las desgracias en las provincias, y la mayoría haya tenido explosiones sociales, bonos, paralizaciones varias y demás. Santa Fe se ha venido distinguiendo por haber logrado sortear esas calamidades hasta ahora, de las que no han estado exentas ni Buenos Aires ni Córdoba. Así como el gobierno nacional busca igualar con un rasero a todas las provincias hayan estado o no bien administradas con su acuerdo, al que -se asegura- Ruckauf firmará en breve mientras De la Sota prepara el lanzamiento de un bono provincial. Santa Fe dice que no lo firmará. Así como Duhalde quiso arrastrar a todas las provincias en su pelea con el menemismo en este intento por desalojarlos para siempre de su partido, Santa Fe estuvo ausente.
Es decir, Reutemann busca marcar una diferencia. Eso tiene sus riesgos. Duhalde cuenta ahora con un congreso nacional que reunió a tres centenares de congresales pero en el que, a diferencia de lo que esperaban en la Casa Gris, contó con tres gobernadores. Menem puede estar enojado pero Ruckauf debe estar furioso, otro presidenciable peronista le nació bajo su barbilla y para colmo le roba protagonismo, poder, estructura partidaria y ambición de futuro.
¿Qué pasa si no firmo el acuerdo?, preguntó el Lole. De inmediato le recordaron que Angeloz no firmó nunca el pacto fiscal pero tenía tal dominio de su provincia que ni Alfonsín ni Menem pudieron prescindir de algún favor suyo. Y Angeloz fue tres veces gobernador y candidato a presidente frustrado tal vez no del todo por su culpa si sólo se le quiere ver lo bueno. Cierto es que cuando Angeloz apagó la luz, Córdoba estuvo un rato tropezando en la oscuridad.



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