Año CXXXIV
 Nº 49.297
Rosario,
domingo  11 de
noviembre de 2001
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Diariamente funcionan al menos diez puestos ilegales en el predio
El parque Independencia cambió bares habilitados por truchos
Nadie entiende por qué el municipio demolió los antes instalados, pero no clausura los ilegales

El argumento era ganar espacio verde y dar vía libre a la remodelación del Parque Independencia. Por eso la Municipalidad terminó de desalojar y demoler en abril del año pasado el último de los tres bares que se decidió erradicar de ese predio. Sí, tiraron abajo los que estaban perfectamente habilitados, que tenían empleados, baños, se sometían a los controles de sanidad y pagaban canon e impuestos. Y les dejaron el paso a carritos improvisados, esos que ni siquiera están habilitados. Ya suman diez los que se ubican diariamente en la zona del Independencia, y se reproducen en otros tantos más cuando hay partidos de fútbol en la cancha de Newell's. La mayoría intenta cuidar la limpieza, pero el que está frente a la entrada principal del hipódromo es verdaderamente impresentable: un par de tablones, unas mesas y a vender en pleno parque. ¿Por qué tanto apuro y rigor para derrumbar bares perfectamente instalados y no para clausurar los carritos truchos? ¿Quién se hace responsable si en alguno de esos puestos se produce una intoxicación?
Apostando a la remodelación del parque Independencia y señalando el vencimiento de los plazos de concesión como la más firme justificación, la Municipalidad obligó a tres bares que funcionaban en este parque -Independencia, la Hamburguería de Lope (frente a la cancha de Newell's) y La Tía (frente al ex zoológico, ahora Jardín de los Niños) a abandonar esa zona. El cuarto sigue funcionando al lado del laguito.
El Independencia y La Tía fueron desmantelados en el 99, mientras que la Hamburguería de Lope resistió el desalojo hasta abril del año pasado. Los tres corrieron la misma suerte: desaparecieron.
Cuando las topadoras empezaron a demoler el último carrito (de Lope), los empleados echaron mano a todos los recursos posibles para mantener la fuente de trabajo. Hasta se encadenaron con el fin de resistir el desalojo, mientras expresaban que "para Binner un espacio verde es más importante que nuestro trabajo y la manutención de nuestros hijos". Pero la Municipalidad fue inflexible y no dio marcha atrás.

La nueva generación
Y sucedió algo increíble. Con la demolición de estos bares, los carritos truchos aprovecharon para instalarse definitivamente en el Parque Independencia frente a la vista gorda de la Municipalidad. Y son diez los vendedores que ya tienen diariamente su parada obligada. "Ningún carrito está habilitado, lo prohíbe el Código Alimentario Nacional", admitió el propio director de Control Urbano municipal, Ubaldo Modarelli.
Sin embargo, y para asombro, el propio municipio se ocupa, según reveló Modarelli, de controlar estos carritos truchos. No los clausura, sólo los inspecciona. Y lo hace precisamente en lo que tiene que ver con la sanidad: "Se verifica la factura donde se compra la materia prima y se corrobora si el que vende tiene hecho el curso de manipulación de alimentos", intentó explicar el funcionario.
Hamburguesa y choripán a un peso, con una amplia variedad de aderezos para acompañar; vasos de gaseosas a 50 centavos y conos de papas fritas son algunas de las ofertas. Los más sofisticados preparan lomitos y sándwiches de milanesas.
Además de su clientela, la mayoría de los puestos se juega a full para captar la atención de los rosarinos hambrientos que transitan por la zona. Y esto queda evidenciado con los grandes carteles, las sombrillas de colores y las mesitas con sillas de plástico que rodean el perímetro del carrito.
El que está ubicado en Oroño y Lugones, por ejemplo, tiene muchos adeptos. La mayoría llega en auto, come algo al toque y sigue su camino. A primera vista este carrito parece limpio y esto puede corroborarse observando el estado del puesto y de las chicas que atienden. Sin embargo, las distintas salsas que ofrecen para acompañar el sándwich no están conservadas en frío, un dato que refleja que no son sometidos a rigurosos controles sanitarios.
Ahora, este puesto -al igual que otros siete que están en el predio- es un lujo comparado con el que diariamente se instala frente a la entrada del hipódromo, por la calle Dante Alighieri. Las condiciones sanitarias de ese carrito son casi imposibles de describir, pero si se trata de hacer un detalle de cómo funciona este puesto, sería de la siguiente forma: la parte de la supuesta "cocina" son tablones con manteles arriba, donde están apoyados los aderezos, y hasta las gaseosas, sin enfriar. Los chorizos y hamburguesas se asan en una parrilla portátil, mientras que en los demás carritos hay una pequeña chimenea que despide el humo. Los propietarios de este puesto no cuentan con una heladera, ni siquiera para los refrescos. Pero eso sí, ofrecen servicio de mozo en las mesas que están diseminadas por el predio público conquistado.
A modo de justificación, Modarelli dijo que este carrito fue clausurado varias veces: "Se les secuestró en reiteradas oportunidades comida, la parrilla y otros elementos que usaban para cocinar". Sin embargo, el puesto sigue tan firme como siempre, desde hace años.
La Municipalidad decidió reemplazar los bares con instalaciones de material, servicios sanitarios, empleados con relación de dependencia, legalmente registrados y que pagaban canon y tasas municipales por los puestos donde por más que se cuide el último detalle de limpieza, las condiciones nunca son las óptimas para expender alimentos. "Mi función no es erradicarlos, sino controlarlos", dijo Modarelli para tratar de explicar lo inexplicable.



Las "mesas" del carrito son los bancos del parque.
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