Año CXXXIV
 Nº 49.269
Rosario,
domingo  14 de
octubre de 2001
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Córdoba
El valle encantado de Traslasierra
Entre los caminos se descubren los paisajes de montaña y la fuerza salvaje de la naturaleza

Claudio Berón - Luis Emilio Blanco

Viajar es lo único que detiene el insoportable paso del tiempo, y en el Valle de Traslasierra, 150 kilómetros al sudoeste de la ciudad de Córdoba, los días se multiplican sobre los ojos que buscan el paisaje inabarcable de las altas cumbres serranas, confundidas con el cielo intensamente azul y el vuelo de los cóndores.
La región del valle se extiende a lo largo de 150 sinuosos kilómetros y recorre localidades como Mina Clavero, Cura Brochero, Nono, Los Hornillos, San Javier y Yacanto, culminando en Villa Dolores.
El encanto de estas poblaciones está en lo cambiante del paisaje, que se transforma en cada lomada. Para que los viajeros descubran los misterios serranos, un grupo de inquietos empresarios creó, junto con los municipios de la región, la marca "Traslasierra". La idea es presentar el valle al turismo nacional e internacional. Hoteles, posadas, manjares y un clima envidiado por europeos y locales, se abren al placer del turista.

Por las Altas Cumbres
Al ingresar al valle por el magnífico Camino de las Altas Cumbres, perfectamente asfaltado y señalizado, que cruza las Sierras Grandes -una de las formaciones montañosas más antiguas de América coronadas por el cerro Champaquí, de 2.790 metros-, el viajero debe hacer un alto en el parador El Cóndor. El camino es de curvas y contracurvas y atravesará nubes, espacios de sol, ventiscas y hasta lluvias fugaces.
Desde allí se puede partir en expedición a la Quebrada del Condorito; una hendidura de basalto de 900 metros de profundidad donde anidan los cóndores y sus crías hacen las primeras piruetas en el aire. El lugar es actualmente un Parque y Reserva Natural y cuenta con subsidios internacionales, casi un patrimonio mundial.
En Mina Clavero se descubre una ciudad con variado atractivo. Es la localidad elegida por los adolescentes en verano y tiene opciones de bares, boliches y distracciones diversas.
Los oriundos mostrarán orgullosos la confluencia de los ríos Panaholma y Mina Clavero, que a su paso conforman unos bloques graníticos que denominan Los Elefantes. Carmen, una guía nacida en la zona, sostiene que "puede uno pararse sobre los dos ríos y notar las diferencia de temperatura de las aguas".
De las historias serranas, ninguna tan rica como la de José Gabriel Brochero, el párroco llevado al cine nacional en la película "El Cura Gaucho", protagonizada por Enrique Muiño. "El curita se ocupó de nosotros" asegura una anciana que dice haberle cebado "mate y torta asada". A principios del siglo pasado Brochero trajo a la zona, escuelas, caminos y hasta agua para consumo. Hoy, sus devotos se multiplican y las fiestas patronales convocan a una multitud.
La villa Cura Brochero es un lugar cruzado por ríos y con un especial aroma a sauces. La capilla legendaria fue construida por el cura y funciona allí la casa parroquial en la que se realizan retiros espirituales. Se encuentra también un museo con piezas del siglo XVIII Y XIX que muestran la cotidianeidad de la vida en las sierras, así como objetos de los comechingones, primeros habitantes de las cumbres cordobesas.
La plaza de la villa tiene un particular encanto y los artesanos despliegan sus obras en las tardes apacibles; cerámica negra, hilados artesanales y dulces son lo habitual. Por sobre las montañas, el sol dibuja figuras caprichosas y de las sierras se desprende un pacífico silencio característico.



Las 4 x 4 permiten arribar a sitios de plena tranquilidad.
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