Año CXXXIV
 Nº 49.205
Rosario,
sábado  11 de
agosto de 2001
Min 13º
Máx 24º
 
La Ciudad
La Región
Política
Economía
Opinión
El País
Sociedad
El Mundo
Policiales
Escenario
Ovación
Suplementos
Servicios
Archivo
La Empresa
Portada


Desarrollado por Soluciones Punto Com






Moscú busca comunicar mejor sobre el Kursk

Friedemann Kohler

Moscú. -Con el rescate del Kursk, la jefatura rusa pretende aprender la lección de sus peores errores en política de información. Cuando el submarino atómico se hundió con 118 hombres a bordo el 12 de agosto de 2000, el mundo no supo qué pasaba. Sólo dos días después se conoció la tragedia. Aún entonces trató la Marina rusa de ocultar los hechos y de transmitir optimismo, hasta que se constató la catástrofe en toda su dimensión. La mala política de información acarreó críticas internacionales a Rusia.
Incluso el presidente, Vladimir Putin, ha reconocido que la estrategia del secreto de los tiempos soviéticos sólo conduce a un callejón sin salida. Tuvo que oir duras críticas porque, pese a la tragedia, permaneció en su lugar de vacaciones, en Sotchi. "Desde el punto de vista de la política de información, debí quizás regresar a Moscú", confiesa hoy el jefe del Kremlin.
En el rescate de la nave habrá una "política de información transparente al máximo", promete el portavoz de la Marina, Igor Dygalo. Sin embargo, aunque cientos de periodistas sigan la operación desde el lugar mismo y puedan filmar las aguas desde arriba, los secretos del Kursk permanecerán ocultos en las profundidades. La nave será llevada a puerto bajo el agua.
Pero el acceso a determinadas informaciones es ya más fácil. Equipos televisivos han filmado el lugar del siniestro en el Mar de Barents. Expertos como el constructor del Kursk, Igor Spasski, que el año pasado no abrían la boca, están hoy cada día dispuestos a responder toda pregunta. Varios sitios web ofrecen información sobre el rescate. Incluso algunos periodistas pudieron visitar los antes secretísimos astilleros de submarinos Severodvinsk en el Mar Blanco, donde se montan los gigantescos pontones para izar desde el fondo del mar la nave de 18.000 toneladas.
La nueva estrategia de comunicaciones fue elaborada por Serguei Yastrshembski. El que fuera para Putin el silenciador de la guerra de Chechenia fue trasladado en marzo pasado al Kursk. Y, tal como en el conflicto del Cáucaso, también en el rescate del submarino la prensa sólo ve lo que debe ver. A ningún periodista le será permitido filmar cuando los restos de la nave estén ya en los muelles del puerto de Rosliakovo. "Al lugar no habrá acceso para ninguna cámara", dicen los funcionarios del Kremlin. Las autoridades, sin embargo, prometen responder a las preguntas de las causas del accidente una vez se haya inspeccionado el casco de la nave ya rescatada. Pero la parte que en realidad podría responder -la proa, casi completamente destruida por dos explosiones a bordo- será separada y quedará en el fondo del mar.


Diario La Capital todos los derechos reservados