Año CXXXIV
 Nº 49.205
Rosario,
sábado  11 de
agosto de 2001
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Panorama
Para el agro, la moda del achique puede ser peligrosa
La reducción de gastos es imprescindible pero no está encarada con seriedad. Afectan fondos del Inta

Susana Merlo

La reducción de gastos planteada por el gobierno, que alcanza a "los costos de la política", parece absolutamente racional, imprescindible y oportuna, dada la situación que atraviesa el país.
Sin embargo, es peligrosa si no se la plantea con total seriedad, descarnada de demagogias inconducentes, y con la total lógica que el sentido común debe imponer.
En realidad, ¿se gasta mucho o se gasta mal? ¿O ambas cosas? ¿El esquema actual está sobredimensionado en sí mismo o el país se achica y entonces las estructuras "sobran"? Ahora, ante la urgencia que imponen los acontecimientos, las medidas y decisiones se disparan.
Sin embargo, se requeriría una discusión mucho más profunda y seria para determinar exactamente qué es lo superfluo y qué lo esencial, qué es lo ineficiente y qué lo estructural.
Es cierto que distintos sectores (Legislativo, Judicial, etc.) tienen en la actualidad abultados gastos, pero ¿son los únicos? Más aún, ¿son los más extraordinarios? De hecho no es así. Hay áreas con perfil "mucho más bajo", cuyas cuentas son terriblemente más altas que estas, y también, mucho menos justificadas. Y la lógica indica que hay que racionalizar, pero a todos y, mínimamente, con alguna inteligencia estratégica.

Siempre al campo
Todo esto viene a cuento no sólo porque el "achicamiento" o la "reducción de gastos" está sobre la mesa, se puso de moda, y más o menos todo el mundo habla de ella, sino porque alcanza a muchos sectores, y Agricultura es uno de ellos.
Por caso, según los trascendidos, se intentaría que el presupuesto del Inta tuviera un recorte superior al 50%. ¿Esto es lógico?
Si la respuesta se refiere a la eficiencia actual e la asignación de los recursos de este organismo de tecnología agropecuaria, seguramente se encontrará que se puede gastar muchísimo mejor. De hecho, y desde hace tiempo, en esta columna se sostiene que el consejo asesor, del que forman parte representantes de todas las entidades del campo, de las principales facultades y de algunas áreas de servicios, debe ser ad honorem. Es decir que los honorarios de los representantes no deben ser solventados con recursos del organismo (o, lo que es lo mismo, del Tesoro).
En todo caso, los honorarios deben ser aportados por las propias entidades a las que representan. Como valor adicional, esto implicaría que cada organización asignara a los hombres más aptos para tal función, como una forma de "cuidar su propia inversión" y "auditará" más estrechamente las funciones de cada uno de ellos.
Este es sólo un ejemplo. Hay mucho más. Sin embargo, conceptualmente, es difícil justificar cómo en un país agroindustrial como la Argentina, el principal organismo tecnológico del área puede llegar a ver reducidos sus recursos en semejante monto. Si los recursos para tecnología bajan a ese nivel, ¿no implica que cae sensiblemente el rol del campo en la estrategia del país?
A nadie escapa en la actualidad que uno de los principales "gastos" que tienen los países avanzados (y por eso lo son) van justamente hacia las áreas de tecnología y educación. Ellos tienen muy claro que uno de los principales pilares para seguir siendo fuertes es la ciencia y la capacitación de sus hombres para aplicarla.
También hace meses, en un intento de "achicamiento" anterior, se disolvió el Instituto Nacional de Semillas (Inase), mientras que otros 80 organismos descentralizados, mucho menos útiles y eficientes, y que también deberían "desaparecer", aún siguen "vivitos y coleando".
De ahí que, aunque la urgencia fuerce a decisiones rápidas y hasta sea absolutamente lógico imponer racionalización en los gastos, el campo debe ser muy cauteloso y no comprar "modas" mediáticas pero vacías de contenido ideológico, ya que errores de esta magnitud tienen costos altísimos a mediano y largo plazo.


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