Año CXXXIV
 Nº 49.167
Rosario,
miércoles  04 de
julio de 2001
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Todo un día sin interlocutores

Omar Bravo

Los gobernadores del PJ buscaban anoche, antes que fondos adeudados por el gobierno central para hacer frente a sus urgencias locales, algún interlocutor oficial ante quien hacer catarsis, perturbados desde primera hora del día con una realidad incontrastable: al espanto económico se sumaba ahora el espanto político.
Aún enojados por los dichos de Domingo Cavallo achacándoles el incremento del gasto público, los jefes del PJ llegaron a Buenos Aires con ánimo de llevarse sino plata fresca, al menos compromisos de fechas para planificar pagos de aguinaldos y otras obligaciones acuciantes.
Temprano, por todas las radios metropolitanas, el gobernador chaqueño Angel Rozas lanzó nafta sobre el fuego: dijo que el presidente De la Rúa estaba "desbordado" por los acontecimientos y que el gobierno central tenía "unos 10 o 15 días" para enviarle al menos parte de los 65 millones adeudados a su administración, para afrontar los aguinaldos. Tras ese lapso, nada podía garantizar. "Fue mortífero, es un hombre del partido del presidente", dijo un incrédulo Carlos Reutemann a La Capital, cuando la tarde tornaba de gris a negro, como el riesgo país.
Canales de cable empezaron a lanzar rumores de la renuncia del presidente De la Rúa. Cavallo, en tanto, viajaba al exterior. Los vespertinos venían con títulos catástrofe, esta vez, apropiados. Después de las desmentidas de voceros varios, el presidente se recluyó en Olivos. Chrystian Colombo mantenía silencio. Con este panorama, en el séptimo piso del CFI, técnicos provinciales calculaban deudas, compensaciones, mientras los gobernadores se preguntaban lo obvio: "¿Con quién hablamos?".
Desconocido para la multitud de periodistas que poblaban el hall del CFI, Ricardo Alejo Moccero, intendente de Coronel Suárez, contaba a los cronistas "su" drama económico de pago chico: el cierre de Gatic, la fábrica de ropa deportiva Adidas, que emplea a 1.800 vecinos de la ciudad bonaerense conocida por sus equipos de polo.
Los trenes no funcionaban, los colectivos tampoco, Aerolíneas seguía en terapia intensiva, Ricardo Ostuni seguía desmintiendo, Juan Pablo Baylac afirmaba que el gobierno ya no buscaría créditos para pagar el gasto público, sino que lo haría para el crecimiento de la economía. Aunque sea para superar la tensión, los gobernadores peronistas rieron a carcajadas. Después, todo volvió a ser denso, incierto. A última hora, todavía resonaba el cruce telefónico entre Ramón Puerta y Colombo. "Sacaremos los fondos coparticipables por el Congreso, aunque sea a la fuerza", dijo algo contradictorio un diputado salteño. Otra vez, el espanto económico y político, juntos.


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