Editorial Diario La Capital SA resolvió reabrir, por recomendación de sus asesores, una investigación iniciada tiempo atrás sobre la gestión de Carlos María Lagos al frente del diario, la que en su momento había sido cerrada. La decisión implicará revisar una serie de hechos irregulares, pero se detendrá especialmente en dos cuestiones: la adquisición en 1993 de dos rotativas por valores que no se corresponden con el egreso de dinero destinado a tal fin y la operatoria de comercialización publicitaria con dos agencias, que debían realizar "retornos" al ex dueño del diario, en perjuicio de su propia empresa.
Estos dos asuntos ya habían sido motivo de revisión cuando Lagos vendió sus acciones al Grupo Vila de Mendoza, y recientemente fueron motivo de una detallada verificación a través de estudios encargados a distintos auditores. El conocimiento del resultado de esos informes impulsó a Lagos a realizar el mes pasado una serie de presentaciones en el fuero penal para amortiguar el impacto de las denuncias en su contra, que tenían en la Justicia un destino inevitable.
Con ese fin, Carlos María Lagos habría concretado una extraña sociedad con los medios del Grupo Clarín que hace tres años fueron postergados por el Grupo Vila en las negociaciones entabladas para quedarse con La Capital y vieron en la difusión de estas denuncias una interesante posibilidad de revancha.
La rotativa que da ganancias
Una de las cuestiones investigadas de la gestión del último de los Lagos en la conducción del diario fue la importación de dos rotativas para la impresión del matutino. Estas máquinas fueron importadas directamente de Inglaterra, pero se adquirieron a través de la empresa Bell Camp Incorporated, del estado norteamericano de New Jersey.
Una primera investigación de una empresa internacional reveló que Editorial Diario La Capital pagó la suma de $2.050.000 por la compra de las dos rotativas, que quedó contabilizada en dos facturas por dicho importe.
Las primeras investigaciones de esta consultora internacional demuestran que el costo de las impresoras fue de $825.000, habiéndose abonado una jugosa y desproporcionada comisión de $390.000 a Gustavo Izurieta, dueño de la firma Bell Camp.
El saldo de $825.000 coincide con anticipos efectuados por La Capital y retirados a nombre de Carlos María Amadeo Lagos.
En la parte final de su informe, la consultora internacional recomienda a las autoridades del diario "conseguir un affidavit notorizado (declaración jurada) de Gustavo Izurieta, dueño de la Bell Camp, definiendo el monto exacto de dinero recibido por la firma como pago por la venta de las dos máquinas rotativas. De esta manera -sostiene el informe- se puede terminar de probar que dichos anticipos entregados a Carlos María Lagos nunca fueron a parar a la Bell Camp".
Otro de los temas revisados de la gestión Lagos es el de la subfacturación publicitaria, que habría arrojado perjuicios para la empresa del orden de los diez millones de dólares.
La operatoria se realizaba a través de dos agencias, una de Buenos Aires y otra en Rosario, las que también están siendo investigadas.
Estas agencias compraban espacios que todavía no habían sido vendidos, adelantando dinero a cambio de importantes descuentos. Pero había una condición que excedía esta práctica habitual en los medios: el 65% de la tarifa volvía en dinero efectivo a Carlos María Lagos. Del resto el 20% era la comisión de la agencia, que ganaba así el mismo porcentaje que ingresaba a la empresa. Los montos que se manejaban eran de $ 150.000 por mes.