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 viernes, 14 de septiembre de 2007  
Viajeros del Tiempo ©
Rosario 1905/1910

Por Guillermo Zinni / Fuente: La Capital

Mentiras y fracasos en la guerra contra la langosta. La voladora desovó, los desoves se convirtieron en mosquita y la mosquita en saltona, y hoy por hoy hay más voladora que nunca. La nación ha gastado varios millones de pesos, los colonos perdieron el 60% del lino y el 80% del trigo, calculando corto, y estamos como al principio. Esto significa que desde el ministerio de Agricultura sólo se han suministrado cfras de mentira, y ahora ese personal ya ni se toma la molestia de inventar matanzas para entretener al pueblo. Desde hace varios meses, la comisión de defensa agrícola central computa las operaciones diarias de exterminio del acridio con una frescura admirable. Si fueran ciertas esas cifras, sólo con lo constado en el mes de octubre pasado las cantidades de langosta muerta, quemada o estrujada, forma un volumen mayor que el del Sol, y con un peso cuatro veces más grande que el de la misma Tierra. Desde esa parte hasta ahora, los informes han seguido con la misma desfachatez, declarando una destrucción diaria de cientos de toneladas de saltona. Puestos sobre un plano, los metros de larvas destruidas importarían una extensión de setenta veces el territorio argentino, pero sin embargo seguimos teniendo langostas hasta la saciedad. Sólo queda pues declarar la verdad y confesar el fracaso colosal de esta campaña. En esa repartición se han refugiado una miríada de jóvenes que calzan guantes de gamuza, juegan al billar y silban trozos de ópera, felices con sus respetables sueldos que les permiten lucir en los pueblos de campaña sus ropas metropolitanas, y confeccionan los despachos telegráficos entre bocanadas de humo de habano y sorbos de cognac. Mientras tanto, la langosta se ríe de esos enemigos atildados y se reproduce como nunca, lo que lo prueba el hecho de que el insecto ha venido, ha destruido y devorado, se multiplicó, y todo sigue igual o peor. (1906)

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