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 viernes, 14 de septiembre de 2007  
Quería sexo y buscó a una perra
El hombre tiene 76 años y es viudo. Quedó detenido por infringir la llamada ley Sarmiento

Al parecer, el hombre alegó ante la policía que estaba solo, que había enviudado y así intentó justificar la cuanto menos atípica situación en la que fue sorprendido en un baldío: intentaba tener sexo con una perra. Si bien el septuagenario fue imputado por infracción a la ley Sarmiento, que protege a los animales, no quedó muy claro si alcanzó a concretar el abuso antes de ser demorado por la policía. Lo que sí es probable, a juzgar por los rasguños que presentaba el anciano, es que la relación no haya sido consentida por su eventual pareja. Pero ¿quién sabe?

   La práctica zoofílica fue abortada por un vecino de Wilde y Filiberto, en la zona oeste de la ciudad. Eran cerca de las 19 del miércoles cuando el joven, de 30 años, vio a la extraña pareja en un baldío lindero a su casa.

   Lejos de distinguir algún tinte romántico en la escena, llamó al Comando Radioeléctrico. E.B. —su identidad es preservada— de 76 años y domiciliado en un sector de viviendas precarias de Mendoza al 9300, quedó demorado un rato en la subcomisaría 22ª hasta ser liberado por orden del Juzgado de Faltas Nº 2 imputado por infringir la ley 14.346.

   

Sarmiento. La conocida como ley Sarmiento establece una pena de 15 días a un año de prisión, en suspenso, “para quien provoque malos tratos o actos de crueldad contra animales”. La norma prohíbe, en ese sentido, las actividades recreativas como por ejemplo las corridas de toros o riñas de gallos.

   En el caso de este anciano, según la policía estaba intentando tener relaciones, por lo que no se habría consumado el acto.

   Tampoco trascendieron muchos detalles sobre el can, al parecer una pequeña tirando a mediana perra callejera que según los voceros consultados, se habría resistido a la acción del hombre quien, en virtud de ciertos comentarios que circulaban ayer por el barrio, sería reincidente en actitudes como esta que las leyes humanas consideran, sentimientos al margen, como verdaderos abusos. l
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