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viernes,
31 de
agosto de
2007 |
Bronca e indignación
La indignación, bronca, tristeza y angustia que siento me lleva a dirigirme a ustedes para contarles lo que me pasó con mi hijo Eric, lamentablemente fallecido. El tenía parálisis cerebral desde su nacimiento, porque una mala praxis en el parto lo dejó en ese estado. Al enfermar tuvo una convulsión y después fiebre, y en los exámenes clínicos, de laboratorio y de rayos X no tenía nada. La fiebre persistía y decidimos internarlos en el Delta, donde no le hicieron nada más que análisis de orina y sangre, en donde estaba todo bien. Debido a que tiene más convulsiones, lo derivan al Sanatorio de Niños, donde también siguieron los análisis de orina y sangre. Evidentemente, el problema estaba en su cerebro pero en ninguno de los dos sanatorios le practicaron un electroencefalograma, ni punción lumbar, ni tomografía. Del Sanatorio de Niños lo saqué dándole yo el alta porque no le hacían el electro por ser día sábado, tampoco el domingo y el lunes porque era feriado. Es increíble la falta de humanidad que tuvieron con mi pobre hijo. Los niños especiales y ancianos son avasallados y tratados sin ninguna clase de respeto ni consideración en todos los órdenes de la vida. Ahora me pregunto, ¿qué clase de profesionales están dando las facultades a la sociedad? Por lo que viví, pude ver una decadencia del nivel académico bastante grave y la despersonalización en la atención y el respeto por los niños especiales. Siempre pienso que si cualquier chico normal hubiese llegado con convulsiones y fiebre, la atención y los estudios serían mejores que lo que recibió Eric.
Liliana Cardella de Lusso, DNI 21.448.922
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