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lunes,
27 de
agosto de
2007 |
Adiós a un
amigo entrañable
Teníamos una amistad sincera y espontánea. Siempre sentí tu afecto, lo mismo que Carmita y Mónica, especialmente en los momentos difíciles. Su culto a la amistad lo hacía diferente. Su aspecto, con cierto aire a Hemingway, era inconfundible. En los largos almuerzos compartidos se mezclaban su Roldán querido, Abel, la cena de los viernes con sus amigos, un poco de cine italiano, el tango, sus libros, la política, sus viajes en crucero, el Gallego, Pablito, Nachito. Por todo eso lo extraño. Lo quería con la intensidad y profundidad que encierra la palabra amigo. Se fue sin poder cumplir con el almuerzo que nos prometíamos cada vez que nos cruzábamos.
Pero sé, Nacho, que tus amigos te llevarán en su corazón y en su memoria para siempre. Yo también. Sé, y veo tu sonrisa, que ya estarás sentado junto a tu querido amigo Dante contándole todas las cosas lindas que viviste estos últimos años. Hasta siempre, Nachito.
Eduardo Jorge Carey
DNI 7685885
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