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martes,
14 de
agosto de
2007 |
¿Cuándo cambiarás
Argentina?
Soy argentina pero vivo en Italia, gracias a la política económica de nuestro país: dolar-peso 1 a 1. Aquí llegamos para trabajar y poder pagar nuestras deudas contraídas en nuestro país y salvar nuestra casa del remate. En Argentina soy jubilada y aquí trabajo en la limpieza de un centro comercial. Con sacrificio pude comprar seis pares de zapatillas para seis de mis once nietos cuyas edades oscilan entre cuatro y nueve años. Con mucha alegría avisé por teléfono que les enviaba por correo una caja con regalos. Cuando llegó un aviso a la casa de mi hija para que fuera a retirar el esperado paquete se llevó una sorpresa, ya que se encontró con que debía pagar el impuesto aduanero de aproximadamente 400 pesos con respecto al valor declarado de los 200 euros. Mi hija le comunicó al empleado que no sabía que tenía que pagar y que además no contaba con ese dinero. “Lo lamento”, le contestó el gentil señor, y ella salió del correo con mi nieta de nueve años llorando al no entender por qué ese señor no le había entregado el paquete a su mamá. Cuando mi hija me comentaba el suceso por teléfono, se me escapó una lágrima. Pienso que el impuesto aduanero deberían pagarlo los que ejercen un comercio, y no una abuela que manda zapatillas a sus nietos. Recuerdo cuando vine a Italia en 2002 y traje entre mis brazos un video porque quería, en mis momentos de soledad, ver a mis seres queridos. Pregunté en el aeropuerto si debía declararlo en la aduana, y me respondieron que si el valor no superaba los 300 dólares, no. Ahora bien. ¿por qué si el valor de mi envío no supera los 200 euros lo debo pagar? Concluyo expresando que no importan las lágrimas de mi nieta si ellas sirven para que mi patria crezca cobrándome este impuesto a mí y a todos. ¡Adelante Argentina! Me siento orgullosa a la distancia de saber que estás cambiando.
Clelia Rivero, DNI 5.007.607
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