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lunes,
16 de
abril de
2007 |
Pobres vocabularios y grandes hermanos
Laura Hojnab
El ex rector de la Universidad de Buenos Aires (UBA), el médico Guillermo Jaim Etcheverry, aseguró días pasados, sin vueltas, que más que preocuparnos por el "pobre vocabulario" que manejan los protagonistas de un reality televisivo, habría ocuparse en "cómo utilizan las palabras quienes tienen la responsabilidad de estar frente a un micrófono o una cámara desde los medios de comunicación".
Para Jaim, el fenómeno Gran Hermano, a pesar de que sus participantes sólo conocen el "manejo de unas 20 palabras", es un producto comercial más de la televisión, que va en busca de su rédito por ende económico. El ex rector consideró perniciosa la forma en que hoy se habla a través de los medios de comunicación.
Por su parte, el especialista en educación Mariano Narodowski, quien dirige esa carrera en la Universidad Torcuato Di Tella, de Buenos Aires, afirmó con total convicción que "es imposible evitar la granhermanización de la cultura" y fue más allá al sostener que si "hoy se jugara un partido entre las pantallas y la escuela, ésta iría perdiendo por 2 a 0".
Ciertamente, el fenómeno del que hablan y atrapa a varios miles de jóvenes y adultos, de todas las condiciones sociales, es igualmente para esos televidentes blanco de fuertes críticas y en el fondo aceptan que no representa modelo alguno.
Más allá de la rudimentaria comunicación entre jóvenes, habría que analizar qué opciones tienen los estigmatizados chicos y adolescentes en un país salpicado por idas y vueltas en los planes de estudios, conflictos docentes irresueltos, pérdidas de clases y maestros que llevan su malestar a las aulas.
Desde los medios audiovisuales, los estudiantes son presentados como protagonistas de bochazos masivos hasta de pertenecer a una tal burrolandia, sin dejar de escuchar las graves afirmaciones de algunos docentes que sostienen que "a los chicos no les interesa nada", cuando muchas veces tratan de disfrazar su propia apatía y desgano.
Los especialistas sostienen como algo importante que el maestro genere confianza en los chicos a fin de que pueda producirse algún cambio significativo.
Y en ese sentido, la transformación no siempre viene de la inclusión de nuevas materias, de cambios de currícula o de funcionarios, sino que aparece de la mano de nuevos estímulos, a fin de que fomenten la creatividad en los chicos, en su modo de apreciar los hechos.
Fuera del aula
Se habla de la importancia para el aprendizaje de compartir clases o actividades fuera del aula como ir a una plaza hacer un programa de radio ir a ver un partido deportivo teatro o cine y también de la realización de talleres musicales artísticos y de idiomas
Ello afianzaría la autoestima en los chicos, la confianza en sus nuevas aptitudes y habilidades, al tiempo que les presentaría otras alternativas para su aprendizaje y la elección del camino de la vocación.
Las pantallas no educan, sino que lo hace la cotidianeidad de los chicos y jóvenes en las casas, las escuelas e inclusive la calle. l
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