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domingo,
15 de
abril de
2007 |
De esbirros y enemigos
“Esbirro” es una palabra temible. Significa algo así como “asesino a sueldo”. Evoca también la imagen del “mercenario”, ese soldado que se alquila para aniquilar a quien sea en cualquier parte del mundo. Le pagan para que elimine al enemigo de quien le entrega ese “salario de muerte”. “Enemigo” puede aludir simplemente a “aquel que piensa distinto”. Enemigos fuimos millones de argentinos que condenamos a la última dictadura de civiles y militares (recordemos que los “Videlas” no habrían existido sin los “Martínez de Hoz”). Muchos nos salvamos, pero también muchos fueron fusilados por la espalda (por supuesto, sin juicio). Los esbirros merecen la cárcel y el desprecio público, tanto como lo merecen quienes los armaron, les ordenaron matar y les pagaron por eso (la “obediencia debida” no existe, porque nadie me puede obligar a violar, robar, matar, ni patearle la cabeza a un bebé). Tan execrable es el esbirro como el que le paga para que mate. Ambos deben ir a la cárcel. Nuestros “guardianes del orden” son esbirros en potencia. ¿Quién les enseña que deben morir por la ley antes que matar en contra de la ley? Nadie. El hecho de que eso no ha cambiado en Argentina da la medida de la empresa en la que deberíamos estar metidos todos para transformarlo.
Héctor Bonaparte, DNI 6.205548
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