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sábado,
14 de
abril de
2007 |
Reflexiones acerca de la violencia
En nuestro país llegamos a la peregrina conclusión de que la única forma de eliminar definitivamente la violencia es desarmar a las fuerzas de seguridad. En esas condiciones la policía deberá imponer el orden, desarmar los piquetes, evitar los cortes de calles y lograr que los ciudadanos podamos vivir en paz. Pero deberán hacerlo persuadiendo, invitando o enseñándoles a rezar a todos aquellos que precisamente con palos, cubiertas quemadas, amenazas extremas, y hasta armas de fuego mediante, nos complican la vida a quienes en realidad no tenemos la culpa de sus problemas. Ni hablar del trato con los delincuentes declarados. Por ejemplo: a un adolescente drogado y armado, puede acercársele un agente del orden y persuadirlo de que deje de robar y matar, porque eso que está haciendo “es muy feo”. Permanentemente oímos hablar de “policías bravas”, de “gatillo fácil”, y con respecto a los particulares, se califica de “reacción desproporcionada” cuando el quiosquero que ya fue asaltado cuatro veces termina baleando al último “chorro”. Desarmémonos todos, los particulares y la policía, así quienes viven a contramano de la sociedad, apoyados por los jueces garantistas del kirchnerismo, por las enfebrecidas palabras del propio presidente de la Nación y por el complaciente compromiso con la impunidad de los organismos provinciales y municipales, pueden “trabajar” en paz.
Carlos Cambiaso Picasso
DNI 6.052.133
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