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domingo,
08 de
abril de
2007 |
Después de los golpes
Estela Figueroa
Acompañando a mi hermana viuda
Por la puerta trasera
entramos en la casa del muerto.
Por el jardín que era pródigo
y ahora alberga unos arbustos
/arruinados.
Con una frase de
/bienvenida
un cartel cuelga
/torcido en el quincho.
Nadie se asoma
para vernos llegar.
Escucho que mi
/hermana
y otro heredero
se dirigen frases
/corteses.
En el crepúsculo/
aparecen
hombres sudorosos
/que apilan
mesas sillas televisores
camas
procesadores de alimentos
ropa y diplomas enmarcados
que se reparten según un
/acuerdo previo.
Al fin
se labra un acta.
Un amigo me dice
que los poetas tenemos una
/rara condición:
como los moretones
aparecemos después de los golpes.
No sé por qué
tuve el impulso de cortar una flor
que resplandecía solitaria
en medio de la destrucción
y traerla a mi casa.
Y me contuve.
Diciembre
Es diciembre
y los estudiantes que
/aprueban
sus exámenes
rompen las hojas de las /carpetas
en la calle.
Es un ritual.
Es diciembre. Se acercan / las fiestas.
Las mujeres tratamos
de que la casa esté
/más hermosa
que nunca:
limpiamos la vajilla
sacamos telas de araña
dedicamos días y días a las plantas
corremos muebles de lugar.
Es un ritual.
Y yo, Tasso, rompo las hojas de
tus cartas
porque nuestro amor fue un fruto
de mi imaginación.
Algo de eso aprendí
en las noches en que no podía
/dormir.
Y aprobé ese examen.
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