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domingo,
08 de
abril de
2007 |
El cazador oculto: "Hollywood
se rinde a las
franquicias"
Ricardo Luque / Escenario
Que Hollywood se quedó sin imaginación no es ninguna novedad. Que por un éxito es capaz de hacer cosas horribles tampoco. Ahora, querer convertir todo en una saga, es demasiado. Tanto que, si uno se descuida, corre el riesgo de perder la cuenta. Entre tanto Harry Potter, Hombre Araña, Pirata del Caribe y Shrek cuesta saber qué capítulo de la historia llega a la pantalla. Y ni que hablar de seguir la ilación del relato. De un año al otro, mientras se espera que los estudios deciden cuál es le mejor momento para estrenar la película, es inevitable olvidar qué sucedió en el episodio anterior. La memoria es frágil. Pero a nadie le importa. Menos que menos a los dueños de las franquicias, que deciden cuándo, cómo y dónde lanzar sus productos, las películas, basándose en estudios de marketing y no en criterios artísticos. Sino fuera así qué necesidad había de volver a hacer engordar a Reneé Zellweger para la continuación de "El diario de Bridget Jones". No hacía falta. Con la película original, que era deliciosa, redonda y, lo mejor de todo, única, era suficiente. ¿Para qué más? Cómo será que hasta los actores, que cuando les ofrecen un contrato para protagonizar una de estos tanques que prometen convertirse en una serie tocan el cielo con las manos, se quejan. Le pasa a Tobey Maguire y a Kirsten Dunst, que admitieron que necesitan tomarse un descanso del héroe arácnido. También a Johnny Depp, quien aseguró que, con el tercer capítulo de "Piratas del Caribe", enterró de una vez y para siempre a Jack Sparrow. Y eso que el personaje le valió una nominación al Oscar. Aunque con las decisiones de las estrellas de cine nunca se sabe. Dependen demasiado de su humor y su cuenta bancaria. Si no fuera así por qué Harrison Ford, que durante años jugó a ser un actor serio, aceptó revivir a Indiana Jones. Porque su carrera se venía a pique. Nada más. Qué culpa tiene el público que tendrá que verlo hacer las proezas de un muchacho ahora que está arrugado, gordo y canoso. Toda. Porque es el que paga la entrada.
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