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domingo,
08 de
abril de
2007 |
En foco. El día después de la inundación
La inflación oficial que se difundió esta semana que pasó indica que los precios sólo subieron en marzo un 0,8 por ciento, mientras que la canasta básica alimentaria —la que mide la capacidad de una familia para hacer frente a sus necesidades básicas— subió cuatro veces más y tocó el 3,6 por ciento, con lo cual los coletazos indeseados de la economía siguen pegando a los más desprotegidos, aquellos cuyos ingresos se vuelcan esencialmente al estómago.
Ese universo de familias argentinas cuyos ingresos no superan los 444 pesos y por tanto no pueden superar los niveles de indigencia son además los principales afectados cuando la política falla y el clima se descontrola, como quedó en evidencia tras las inundaciones que golpearon a la provincia..
Aunque el gobierno santafesino ya anunció el desembolso de 620 millones de pesos para afrontar los daños del temporal que afectó a los más de 30 mil evacuados en todo Santa Fe y las demandas urgentes puedan ser cubiertas con alguna caja de comida o bolsón de ropa, las estructurales que forman parte de la vida cotidiana están muy lejos de resolverse.
Y sobre el agua y la desesperación, los números de los organismos estadísticos oficiales parecen burlarse de la realidad. “La inflación no llegó al uno por ciento en marzo”, dijo el gobierno nacional a través del Indec. “Los precios de los artículos de la canasta alimentaria subieron entre el 8 y el 25%” en los últimos meses, retrucaron los comerciantes de la zona, quienes están a diario en contacto con proveedores y consumidores y pueden testear el malestar del bolsillo.
No se trata de discursos esquizofrénicos, sino desde qué lugar se para cada uno para mirar la realidad. Desde la calle seca o la oficina estéril o desde la casa tomada por el agua o la billetera que nunca puede empatarle a fin de mes.
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