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domingo,
01 de
abril de
2007 |
La otra cara del evangelio
Osmar Villalba
Se nota que el negocio de la cárcel es grande, porque hasta los pastores evangelistas entraron en la repartija. En el ala sur Rivello y en la norte Sencini. Antes del 11 de abril de 2005, tenían a cargo casi todos los pabellones de la cárcel, deduciendo la situación, era una privatización encubierta se pasaban los internos de un pabellón a otro como lo que somos, un negocio, si no aprendían a orar en manos de uno o viceversa, este se lo pestaba al otro, hasta que aprenda aunque más no sea a fingir, porque de no hacerlo lo tiraban a los pabellones de castigo.
A todos los que podían evangelizar los fueron amontonando en el pabellón Nº 11. ¿Cuál era el objetivo? Recuerdo que uno de los salvadores de la humanidad, en algunos medios dijo: “La sangre de Cristo se paga con la propia sangre”. ¿Qué significa esto?
El ex alcalde Ferreyra se había declarado evangelista un tiempo antes de la masacre. Según trascendidos fue él quien pasó las llaves para que abran los pabellones en el momento de la masacre y el encargado de pasar setecientas pastillas para facilitar el trabajo de exterminio. ¿Por qué Sencini mandó a orar por algunos de los integrantes del Servicio Penitenciario y no se dedicó a hacerlo por las almas y las familias de los fallecidos? Si esto salía bien la privatización no sería encubierta, y no tendríamos alternativa, o aplaudimos como focas y les depositamos el diezmo, o el diablo nos engancha con la horquilla y nos tira en el medio de las llamas. Que en parte fue lo que pasó el 11 de abril.
(fragmento de una nota en Ciudad Interna número 4)
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