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domingo,
01 de
abril de
2007 |
Pronóstico alentador trae alivio
El intendente Martín Balbarrey, las autoridades provinciales y nacionales y los responsables del Ejército, Gendarmería y Prefectura que han desplegado sus efectivos para ayudar y vigilar, confían en que el pronóstico que augura ausencia de lluvias intensas se cumpla cabalmente.
A ese optimismo coadyuvaba el hecho de que anoche ya se cumplieron 24 horas sin lluvias torrenciales. Para vecinos y autoridades que ya se acostumbraron a lidiar en medio de la cortina espesa y cerrada de agua que hasta el viernes no permitía ver la punta de la propia nariz, las lloviznas de las últimas horas no cuentan. Fueron apenas simpáticas caricias de un cielo que sigue mostrando un semblante oscuro y amenazante.
Ese pequeño alivio sólo permite por ahora verificar que las aguas han comenzado a bajar en los barrios del norte y noroeste. Los del suroeste siguen en una crítica situación: el agua supera largamente el metro en casi todas las viviendas. Y las historias duelen en cada una de ellas.
Así como mujeres, hombres y niños viven, como pueden, un drama único y propio en cada centro de evacuados también lo hacen con el agua hasta la cintura quienes se han quedado para resguardar las pertenencias que quedaron en sus casas. Es que el temor al robo, los ataques o saqueos vino junto con el agua y cada noche se fortalece. En los barrios anegados no hay luz —básicamente por seguridad— y una vez que se acaba el día la oscuridad con sus fantasmas torna más calamitosa la catástrofe.
La ausencia de lluvias fuertes también permitió que el pudor de quienes no se inundaron cediera un poco y comenzaran a alzarse las voces de quienes llevan tres, cuatro y hasta cinco días sin luz, o de quienes están sin agua potable. Se calcula que son cerca de 40 mil los que, sin tener sus viviendas anegadas, carecen de manera total o intermitente de fluido eléctrico.
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