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 domingo, 01 de abril de 2007  
Salud visual: ver bien para vivir mejor
La presbicia es frecuente en mayores de 40 años. Soluciones ópticas para distintos problemas

No puedo leer bien, pero no sé qué me pasa porque yo nunca tuve problemas en la vista”. Seguramente, a muchas personas se les cruza este pensamiento cuando se dan cuenta de que necesitan estirar los brazos y alejar el diario o un libro para ver mejor. En realidad lo que les ocurre es algo completamente normal, ya que se trata sólo de un síntoma de la presbicia, una condición visual que afecta a la mayoría de las personas a partir de los cuarenta años. Pero, aunque algunos lo vivan como algo trágico, es totalmente natural.

La presbicia o vista cansada no es una enfermedad, sino una condición natural del envejecimiento del cristalino (la lente natural del ojo) que se manifiesta en la disminución de la capacidad para enfocar con claridad los objetos cercanos. Por eso, la primera solución es alejar los objetos, especialmente para leer, con lo que las letras mágicamente parecen agrandarse.

El inicio de la presbicia depende de distintos factores, entre otros, si se padece algún defecto refractivo previo, y —mayormente— de las condiciones físicas de cada persona. Sin embargo, aun cuando nunca se haya tenido ningún problema visual, es posible afirmar que al cumplir cincuenta años casi todas las personas son présbitas.

Al notar los primeros síntomas lo más aconsejable es visitar al oftalmólogo, que seguramente determinará la necesidad de usar gafas recetadas. En un principio la única posibilidad era utilizar lentes monofocales, lo que obligaba a tener dos anteojos con distinta graduación, uno para ver de cerca y otro para lejos. Esto significaba una molestia ya que implicaba la necesidad de estar cambiando permanentemente de anteojos.

Luego surgieron las lentes bifocales, en las cuales dos esferas superpuestas (una para visión lejana y otra para cercana) se presentaban unidas en una misma lente, separadas por una línea. Pero si bien así se podían compensar ambos tipos de visión con un mismo anteojo, las lentes bifocales tenían algunos inconvenientes. Por un lado, la línea divisoria era claramente visible y poco estética; además, al enfocar en cada segmento para pasar de un tipo de visión a otra, se producía en el usuario un molesto salto de imagen, y no se lograba nitidez en la visión intermedia.

Finalmente, tras años de investigación se logró la mejor solución. Se trata de las lentes progresivas o multifocales, que en la actualidad son las más difundidas y aportan una serie de considerables ventajas, entre otras, proporcionan un campo continuo de visión nítida de lejos a cerca y una percepción global del espacio, ya que la potencia varía de manera constante y gradual en todas las direcciones. Las lentes progresivas permiten ver bien a todas las distancias, por lo que eliminan tanto la necesidad de usar dos anteojos distintos como el salto de imagen de los bifocales.

Estas representan un importante adelanto tecnológico, pero además de sus ventajas técnicas, también tienen otros beneficios desde el punto de vista estético, debido a que brindan una imagen más joven y actual. Desde su aparición, se convirtieron en un terreno fértil para el desarrollo de innovaciones técnicas. A nivel mundial los fabricantes de lentes progresivas o comúnmente también llamadas multifocales, siguen perfeccionándolas, con el objetivo de proporcionar un mayor confort visual.

El último avance en ese sentido es el uso de una revolucionaria tecnología que proporciona lentes personalizadas. Las lentes que se producen con esta tecnología ya están disponibles en el país (Free Form) y son el resultado de un proceso que permite crear cada una individualmente, en función de los parámetros y necesidades visuales de cada usuario.

Con esta tecnología Argentina se convirtió en el primer país de Latinoamérica en implementar este sistema de avanzada que ya existe en Europa y Estados Unidos desde el 2003.



Ayudas ópticas

Actualmente existen 45 millones de ciegos en el mundo, que llegarán a 80 millones en el 2020 si no se toman políticas mundiales de prevención. Mientras, otros 150 millones de personas presentan situaciones de baja visión, y deben ser ayudadas para reincorporarse a una vida lo más normal posible. La baja visión es aquella que padece una persona que tiene muy disminuida la capacidad visual en sus dos ojos, o que presenta un campo visual de escasa amplitud. Las ayudas ópticas aportan soluciones adaptadas a las necesidades de cada persona.

En los adultos mayores, la causa más frecuente de baja visión es la maculopatía, enfermedad vascular del centro de la retina, asociada con la edad. Otras son las retinopatías diabéticas, el glaucoma o presión en los ojos, la miopía muy elevada, y las cataratas no operadas. En los niños, las causas más frecuentes son las patologías congénitas, como el glaucoma infantil, la catarata, y las enfermedades hereditarias.

Entre las ayudas ópticas, el primer lugar lo ocupan los filtros, que no sólo evitan el deslumbramiento, sino que además protegen de la radiación azul de alta energia y de la radiación ultravioleta, y aumentan sensiblemente el contraste.

Otras ayudas ópticas son los sistemas telescópicos para obtener imágenes a distancia, montados en armazones especiales. A los mismos se pueden acoplar cápsulas para visión de la TV, y visión cercana. Mientras que para la lectura se usan sistemas microscópicos.

Lo aconsejable es contar con un asesoramiento que aporte indicaciones útiles para la vida diaria, tanto en el hogar como en la calle. Más información: www.vossbajavision.com.ar




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