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lunes,
22 de
enero de
2007 |
Un inusual circuito turístico para llegar al pie del Lanín
Un nuevo paseo que permite acceder a un paisaje inigualable y con gran diversidad de especies
El circuito Lago Tromen, en el parque nacional Lanín, es el único que permite llegar al pie del volcán que da nombre al parque, cuyo cono siempre blanco domina todo el recorrido y centra la atención del visitante hasta dejar en segundo plano al espejo de agua azul verdosa y otros nevados que lo bordean.
Este paseo del oeste neuquino atraviesa una zona de estepa y, poco antes del límite con Chile, se interna en un área boscosa, con pehuenes, raulíes y ñires, con un sotobosque de colihues "barbas de viejo" que sólo viven en ambiente sin polución y son indicadores de la pureza del aire.
El punto de partida ideal es Junín de los Andes, a unos 60 kilómetros, una ciudad que se convirtió en la capital nacional de la trucha, y en cuyas esquinas los carteles de madera con los nombres de las calles incluyen un dibujo de este pez, que indica la dirección del tránsito.
Frente a la plaza central está la oficina de la Administración de Parques Nacionales, donde una de sus responsables, Mirta Cañicul, dio a conocer las características del circuito Tromen.
El gigante
A poco de tomar la ruta provincial 23 hacia el norte por encima de los prados de pastos bajos asoma la cima del Lanín que se eleva a medida que se acorta la distancia después de tomar la ruta 60 hacia el oeste hasta mostrar de cuerpo entero al gigante de los Andes patagónicos cuando se ingresa al parque nacional
El Lanín domina el paisaje desde la izquierda y el río Malleo zigzaguea a un lado y otro de la ruta con sus rápidas aguas azules cargadas de truchas, en las que bulle espuma blanca en cada piedra que asoma desde el fondo.
A la derecha de la ruta, entre los valles, cerros opacos, poblados de alpatacos y otra flora esteparia, surgen los primeros manchones rojos de los notros en flor.
Los pehuenes se destacan de la vegetación baja en la zona de transición de la estepa al bosque. Un ejemplar aparece solitario junto a la ruta, y Cañicul explica que se trata del "pino santo", un árbol al que los mapuches rinden culto y le hacen ofrendas y piden favores.
El chofer, Eviviano, mapuche como ella, detiene el vehículo y ambos se acercan al pehuén y lo tocan a modo de saludo y rezan una plegaria. En el tronco hay varias ofrendas: monedas de variado valor incrustadas en su corteza.
El asfalto deja lugar a un ripio sólido y bien cuidado poco antes de llegar al arco de troncos que da la bienvenida al Parque Nacional Lanín, después del cual está el puesto de guardaparques.
Desde allí, un sendero se abre a la izquierda y conduce al lago Tromen, a través de un bosque tupido surcado por arroyos, el mayor de los cuales sólo permite el paso de vehículos altos capaces de vadearlo.
Este espejo de agua hace honor a la metáfora y refleja con fuerza un cielo azul oscuro y el paredón nevado del cerro Peineta, en el extremo opuesto, y otros picos del lado chileno.
Festival de truchas
Numerosos pescadores esperan las truchas desde sus playas de arena volcánica y algunos recogen presurosos la línea cuando ven la camioneta de Parques Nacionales quizás carentes del permiso de pesca y se suman a varios grupos en torno a mesas bajo la sombra de cipreses y sauces mimbres
Para llegar al volcán hay que regresar a la cabaña de los guardaparques, cruzar la ruta y recorrer un sendero que sube lentamente entre pastizales bajo y retamas, hasta que el suelo se vuelve negro de lava y escoria de antiguas erupciones y desaparece la vegetación.
Después de una hora larga de caminata se puede decir que se está sobre el Lanín, aunque para llegar a la nieve haría falta una jornada entera y para la cima al menos un par de días. l (Télam)
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Fotos
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El gigante de los Andes patagónicos.
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