Los 40 en el horizonte cercano

Los años pasan (uno siempre escuchó esto de chico), y como si no quedara más remedio se ve venir sobre el horizonte los cuarenta. No es pánico, es más un signo de interrogación para nuestros días, porque uno está en una etapa intermedia en la que no te consideran ni joven ni viejo. Por ejemplo, para el mercado laboral después de los 35 entre estar jubilado o no, no hay mucha diferencia. Es decir, que cualquier intento de cambiar de trabajo resulta una utopía. Si sos profesional ojalá hayas encauzado tu carrera, sino estás frito. Si estás casado, quien está a tu lado ya no es aquella dama a la que juraste amor eterno, es alguien que pide, exige y manda. Si tenés chicos, otro tema, a esta altura entran a la adolescencia, que celular, pijama party, play station y estar despierto hasta la tres de la mañana para irlos a buscar al boliche. Si sos soltero o separado la cosa no va mejor: ya no estás para hacerte el pibe y encarar a una de 20 (ellas están lejos de lo que vos tenés en mente, mucho punchi y vivir la vida loca), y las de tu edad están tan quemadas como vos por tantos pavos que andan suelto y que en algún momento nos complicaron la vida. Ante todo esto no tenés mejor idea que cambiar hábitos, hacer dieta o dejar de fumar con el objetivo de sentirte mejor, darte cuenta de aquello de que “vos podés” o simplemente a pedido de tu media naranja. Después de todo esto, ¿quién me puede negar que sea complicado llegar a los 40? Y para colmo nadie ni siquiera nos escribió una canción.

Claudio Andrés Vila

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