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jueves,
16 de
noviembre de
2006 |
Tarde de terror. El día que los centros asistenciales se parecieron a una película bélica
Guardias hospitalarias colmadas y heridos amontonados
Ese fue el panorama en todos los efectores públicos. Cinco de los 12 móviles del Sies, abollados por el granizo
Laura Vilche / La Capital
Ingresar ayer por la tarde a la guardia del Hospital de Emergencias Clemente Alvarez (Heca) hacía recordar a esas imágenes que registran las películas bélicas tras los bombardeos. Médicos y enfermeros echando mano a cada herido y pacientes amontonados. Un hombre que gemía sobre una camilla ubicada en un rincón improvisado y una mujer, con la cabeza y remera ensangrentadas, que aguardaba sentada en una silla de ruedas: sólo dos tomas de una tensa postal que se repitió en todos los hospitales públicos y más de un sanatorio tras la tormenta de granizo.
Y sobre llovido, mojado. Los teléfonos colapsaron y las ambulancias escasearon también debido al meteoro. El Servicio Integrado de Emergencia Sanitaria (Sies) no pudo echar mano a cinco de sus doce móviles, que quedaron abollados y sin vidrios tras diez minutos de piedrazos y ventisca.
La puerta del Heca estuvo vallada por familiares y periodistas después de las 17.30, hora en que se desató la tormenta. Todos exigían una respuesta médica a sus preguntas y los empleados de seguridad trataban de calmar los ánimos y poner orden como podían.
"Tras la tormenta los heridos ingresaban de a decenas, por suerte muchos médicos se ofrecieron a trabajar voluntariamente y eso nos ayudó a controlar la situación", aseguró una hora después de la furia climática el jefe de guardia, Edgardo Babbini. A esa altura, el profesional registraba una treintena de heridos y el caso de una mujer fallecida (ver aparte). Pero sólo se limitaba a dar partes generales: luxaciones, cortes, politraumatismos, eran los cuadros que describía como recurrentes y aclaraba que no podía dar datos precisos de los pacientes. "Es que no estamos haciendo muchas preguntas a los heridos, tiene que entendernos, estamos trabajando en medio de una emergencia", explicó.
Incomunicados
En el la central del Sies el panorama no era menos agitado. Los teléfonos no habían dejado de sonar, pero no se podían confirmar los llamados porque las líneas habían colapsado como en toda la ciudad. "Estuvimos prácticamente incomunicados; debimos formar un equipo con personal de emergencia y enviarlo a recorrer los efectores, y desde allí nos manejamos por handy", explicó el director, Jorge Stettler.
En el Hospital Provincial un importante corte de luz obligó a usar un generador eléctrico por unas horas, y por la noche se reforzó la seguridad en los accesos que quedaron inseguros tras quedar en el lugar un tendal de vidrios rotos. Un paisaje desolador que se vivió en varios hospitales, donde las astillas hacían las veces de alfombras de salas y pasillos.
El Hospital Centenario también quedó a oscuras en varios sectores y el desperfecto complicó el uso de diversa aparatología. Pero según indicaron desde el efector, los problemas se fueron solucionando con el transcurrir de la tarde.
Y en los sanatorios también se vivieron emergencias y largas esperas. Carlos ingresó a Mapaci, de Oroño y Zeballos, con un corte provocado por una pedrada de granizo en la cabeza. Aguardó en la sala de espera durante una hora y media sosteniéndose un apósito casero con la mano. "La atención viene lenta, no soy el único", explicó. Como si hubiera hecho falta.
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Fotos
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La guardia del Clemente, una postal de la granizada inédita.
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