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 miércoles, 15 de noviembre de 2006  
Capacitarán en Rosario a acompañantes terapéuticos

Clarisa Ercolano / La Capital

Las patologías relacionadas con la salud mental y la pérdida de funciones autónomas van en franco crecimiento. A menudo, la figura del terapeuta, el médico y hasta las instituciones especializadas se ven desbordadas por las demandas de pacientes que necesitan una atención más cercana y mayor disponibilidad. Allí es cuando surge la figura del acompañante terapéutico, una suerte de guía de personas en diferentes procesos de curación. A partir de la demanda de personas capacitadas, la Facultad de Psicología de la Universidad de Rosario junto a la Secretaría de Extensión Universitaria pondrán en marcha desde el año próximo un curso de acompañante terapéutico.

La psicóloga Marta Pilnick, junto a un equipo constituido por psicólogas, fonoaudiólogas, neurólogos, terapeutas familiares, licenciados en enfermería, psiquiatras y hasta una doctora en Letras serán los encargados de llevar adelante este curso de formación que pretende nutrir con herramientas prácticas y técnicas. "Es un curso de extensión que se dictará en la UNR y que llevó cuatro años de desarrollo hasta su puesta en marcha y que si bien aún no otorga un título intermedio, sí habilita a ejercer como tal", explicó Pilnick a La Capital, entusiasmada con el nuevo proyecto.

Las colonias psiquiátricas de Oliveros, Agudo Avila y el Hospital de Niños Zona Norte serán los efectores públicos donde se desarrollarán las prácticas supervisadas que apuntalarán los conocimientos que cada estudiante adquiera durante el año de cursado.

"Un acompañante terapéutico es aquel que tiene la función de acompañar a aquellos sujetos donde consultorio, institución y entorno próximo no alcanzan, y que necesita que una persona lo guíe para realizar acciones y para resolver su vida", resume la psicóloga, y recuerda que esta práctica comenzó a usarse primeramente con adictos en vías de recuperación.

"Es recomendable para personas que son más que vulnerables y que necesitan generar recursos que se amplíen en lo cotidiano, para pacientes en tratamiento psiquiátrico, psicosis graves y aplicable para tratar patologías propias de la adolescencia y la gerontología", precisó la impulsora del curso.

Como las implicancias del acompañante terapéutico van mas allá del trabajo con pacientes agudos, es amplia la gama de profesionales que brindarán la capacitación. "Hay que darle al acompañante una serie de elementos para que pueda efectuar diversos abordajes y donde se trabaja la relación con el paciente porque un acompañante puede resignificar los rumbos que toma la enfermedad".


Recorrer el camino
Son distintos los procesos de acompañamiento y varían de acuerdo a los requerimientos individuales. Puede indicarlo el terapeuta pero también lo puede solicitar la familia. "Pueden ser dos horas por día hasta pasar el día entero e inclusive convivir con el paciente", explica Pilnick, y dice que las tareas son varias, desde acompañar a alguien que sufrió un brote psicótico a volver a integrarse a un grupo social hasta guiar a personas medicadas que necesitan contención especial. "Por eso se les enseña también enfermería, para que tengan recursos mínimos que les digan cómo proceder con alguien medicado".

"De acuerdo a cada patología hacen falta más o menos recursos", ejemplifica Pilnick y agrega que, por ejemplo, "la bipolaridad, la depresión grave o la esquizofrenia, requieren un cuidado muy cercano, hasta que la persona entienda su sintomatología y pueda cuidarse solo".

La monografía final del curso estará relacionada con la orientación que desee cada acompañante, "si son niños en una escuela, si son mayores en un geriátrico", dice Pilnick y agrega que también podrán elegir si quieren que algún docente los guíe en estas prácticas, sobre todo atendiendo el amplio espectro de la capacitación, que abordará enfoques familiares, psicoanalíticos y cognitivos. "Acá no vale el modelo, vale el recurso", argumenta Pilnick.


A cada cual su compañía
La psicóloga asegura que durante la formación se supervisará de cerca a cada aspirante, que de hecho debe adecuarse a los casos que resultan posibles de acompañar según su experiencia y afinidad. "Este curso resulta necesario. Son los profesionales quienes solicitan este tipo de personas para que acompañen a los pacientes, como por ejemplo, para aquellos que tienen mal de Alzheimer, donde empiezan a perder la memoria y necesitan alguien que los ayude a manejar su autonomía".

Respecto del riesgo de generar una relación dependiente, Pilnick no duda en afirmar que las dependencias "son inevitablemente buenas porque después se reponen y se desprenden; esto es necesario cuando alguien es tan vulnerable que no puede salir a la calle y necesita un puente, eso es el acompañante terapéutico".

Muchas veces el acompañante se enfrenta a situaciones complejas, sin embargo, la profesional asegura que debe ser alguien con una estructura sana, que domine sus propias emociones y que se conecte y se "corra" del paciente de manera regular y con un buen nivel de disociación. "Debe haber un equipo médico que lo sostenga más allá de su preparación".

En cuanto a la disponibilidad del acompañante, Pilnick explica que se pacta de común acuerdo con los profesionales que conducen el tratamiento, y el mismo demandante: "ellos deciden si el acompañamiento dura unas horas o si bien se prolonga durante todo el día".

Un caso para destacar es el de los chicos autistas, donde por ejemplo la persona que acompaña se inserta en la escuela y lo introduce en las cosas cotidianas de su vida. "Eso no lo puede hacer ni el médico, ni el neurólogo, ni siquiera los padres", explica.

Psicólogos, profesores de gimnasia y enfermeros venían desarrollando esta tarea sin formación especifica. "Hay gente que trabaja muy bien pero es imperioso que esto se convierta en una carrera como tantas otras, ya que esta es una necesidad que hace mucho que se piensa".

"Todos necesitamos un acompañante en algún momento de la vida, que a veces es un amigo, un padre o un novio, pero cuando se piensa esto como profesión se hace desde una función especifica, apuntando a reforzar los recursos de cada uno", dice sincerándose Pilnick.

Para los mentores de este curso el acompañante sirve para no llegar a un depósito institucional, y para ayudar en diversos procesos, como los períodos de abstinencia en adictos. "Esta figura, no es sólo para personas con problemas mentales, sino que está relacionada con etapas de la vida donde se requiere una compañía profesional", dice Pilnick para finalizar.
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La compañía terapéutica articula su función con el consultorio.


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