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 miércoles, 16 de agosto de 2006  
Reflexiones
Con las instituciones no se juega

Horacio Ghirardi (*)

Como si el tiempo fuera circular y la política santafesina una fábrica de eventos ya sucedidos, en estos días hemos vuelto a ser testigos de un nuevo anuncio de reforma constitucional por parte del gobernador de la provincia, Jorge Obeid.

Se ha vuelto a presentar el proyecto de reforma de la Carta Magna luego de haber descansado durante más de dos años en la Legislatura provincial. El justicialismo, a pesar de contar con amplísima mayoría en ambas cámaras (Diputados y Senadores), no tuvo voluntad para tratarlo y perdió estado parlamentario. Este hecho ha dejado en evidencia, una vez más, la nula vocación del partido gobernante de poner a tono nuestra vieja Constitución provincial con la reformada Carta Magna nacional de 1994. Así, Santa Fe sigue ubicada al tope del ranking del atraso institucional entre las provincias argentinas, y Rosario, entre otras ciudades, continúa sin su autonomía.

No deja de llamar la atención este repentino rapto de vocación reformista por parte del gobierno de Obeid en los estertores de su gestión. Algunos observadores políticos sostienen que la decisión se enmarca en una "nueva etapa" de la gestión provincial, que pretende mostrarse más dinámica y resolutiva. En el mismo sentido, luego de casi un cuarto de siglo de gobiernos de un mismo color político, se inscribiría el reciente lanzamiento de un plan estratégico para la Justicia provincial y la no menos novel reforma del sistema policial santafesino. Más vale tarde que nunca, podría argumentarse.

Más allá del tiempo perdido, si lo que imperase en este nuevo gesto fueran las buenas intenciones, el justicialismo debería sincerarse y aceptar que abrir seriamente la discusión sobre la reforma constitucional implicaría, por su propia naturaleza, revisar los poderes cristalizados en Santa Fe, los cuales no necesariamente se corresponden con las expectativas y voluntades de nuestra comunidad. Porque en la Constitución se definen las características que asume el régimen político; esto es, las reglas de acceso y permanencia a los espacios decisorios, los mecanismos de distribución del poder político, de sus controles y equilibrios. También el lugar que les cabe a las ciudades y a sus ciudadanos en la gestión pública. Es decir, entre otros asuntos, el de la postergada y necesaria autonomía municipal.

Pero desde una mirada menos optimista, no debiéramos descartar la posibilidad de que en este intento de devolverle estado parlamentario a la reforma constitucional, se oculte la intencionalidad de llevar a cabo alguna nueva manipulación institucional que venga a calmar la angustia que ha provocado entre los dirigentes del justicialismo provincial la desaparición de la nefasta ley de lemas.

Los santafesinos hemos perdido enormes oportunidades de transformación a la sombra del festival de listas "truchas", candidatos "mellizos", "clones" electos y siglas partidarias manipuladas. Debimos soportar la inexplicable paradoja política de que el candidato más votado -mucho más votado- no terminara gobernando. Hemos padecido el costo de la falta de legitimidad y la frustración que produce la burla a la voluntad popular.

Las instituciones son cosa seria porque en ellas se basan las posibilidades de crecimiento, justicia y equidad de una comunidad. Con las instituciones no se juega. Hoy más que nunca es hora de defender y profundizar la calidad democrática en Santa Fe. Es hora de que nada ni nadie nos robe la esperanza de avanzar positivamente. Es hora de estar atentos.

(*) Presidente del bloque Socialista del Concejo Municipal


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