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 miércoles, 16 de agosto de 2006  
Abandono. El 43 por ciento de los niños guaraníes padece problemas crónicos de mala alimentación
"La desnutrición de indígenas es consecuencia del manoseo político"
El obispo de Puerto Iguazú, Joaquín Piña, denunció fallas en la asistencia. En 2 meses murieron 17 chicos

Alfredo Montenegro / La Capital

La muerte de 17 chicos de comunidades guaraníes de Misiones en los dos últimos meses como consecuencia de problemas respiratorios y por desnutrición reveló una serie de deficiencias en el papel del Estado en su relación con los pueblos aborígenes.

"La desnutrición es la consecuencia del manoseo político al que están sometidos los indígenas. Se habla mucho de planes sociales y de asistencia, pero esas comunidades están marginadas. Los aborígenes son los más pobres de los pobres", afirmó ayer monseñor Joaquín Piña, obispo de Puerto Iguazú al abordar la situación en que se encuentran los guaraníes.

"El primer reclamo es el de la tierra, ya que para ellos tiene un valor que va más allá de la propiedad. Es la Pachamama, la madre en la que se radica la espiritualidad y la que permite vivir de la caza y la pesca; de la selva. Pero, ahora no tienen los montes y pierden su cultura y su sustento", puntualizó el religioso a La Capital.

Por su parte, el gobierno misionero reconoció que hay 13 chicos internados en hospitales de Posadas, Puerto Rico, Oberá y San Vicente, con cuadros de bajo peso o de enfermedades respiratorias. En ese contexto, Arnulfo Verón, director de Asuntos Guaraníes de Misiones, advirtió que existen "fallas" serias en los mecanismos del Estado para atender la salud de la comunidad.

La situación provocó que la semana pasada el Consejo de Ancianos y de Caciques se autoconvocara para proponerle al gobernador misionero Carlos Rovira una política intercultural que incluya la medicina "blanca" para los más de 4.800 guaraníes que habitan la zona.


"El aborigen nunca fue mendigo"
El obispo Piña, quien fue presidente de la Comisión Episcopal de la Pastoral Indígena, remarcó que "el aborigen, en miles de años, nunca fue un mendigo. Vivió de la caza y de la pesca. Pero ahora, sin el monte se han visto reducidos, acorralados".

El religioso admitió que, "en algo se avanzó, pero a pesar de que algunos intenten actuar con buena voluntad, no se los puede ayudar sin respetarlos y entender su identidad". Y citó un caso: "Una vez llegó a una aldea un sacerdote europeo, quien al ver que los aborígenes dormían en el suelo encargó camas. Se fue y volvió al tiempo, y comprobó que no se acostaban en las camas porque no estaban acostumbrados a usarlas".

"De la misma forma, el gobierno los asiste con elementos que ellos no requieren. Además, hay un manoseo político para llevarse votos. Esa situación lleva a divisiones dentro de las comunidades", explicó.

También criticó a la Comisión de Asuntos Guaraníes. "Desde su fundación fue una calamidad porque la usaron con fines partidarios. Es muy negativa la intromisión de los blancos en las comunidades. El problema de los guaraníes no son los guaraníes, son los blancos".

Por otra parte, criticó lo que considera una explotación de las comunidades "con fines turísticos". A la salida de Puerto Iguazú, hay unas 600 hectáreas que son reclamadas por un grupo aborigen. "Sólo le entregaron una parte y el resto lo destinaron a una empresa que levanta un hotel Hilton. El contraste entre las formas de vida hará que sean expulsados del lugar o utilizados a la manera de un parque exótico", explicó el obispo.

A la vez, también citó la existencia del turismo sexual, "algo silenciado pero real", aseguró.

"Se ha hecho mucho daño; nosotros mismos desde la Iglesia -admitió-, quizás los empujamos a un ritmo que no es el de los indígenas. Experiencias en la que se promovía la producción en aserraderos y carpinterías no fueron positivas porque nunca habían hecho esos trabajos. Antes de ayudar a los aborígenes hay que conocerlos muy bien y aprender su idioma para poder comunicarse con profundidad".

De todos modos, el prelado indicó que "la población guaraní ha crecido. Cuando asumió hace 20 años se hablaba de que tenía tres mil miembros. Ahora casi se ha duplicado, pero ellos no realizan control de la natalidad".

Una investigación oficial difundida en 2005 indicó que el 57 por ciento de los niños indígenas de Misiones padecen graves problemas de alimentación, y el 43 por ciento tiene desnutrición crónica. Según el informe, en las 75 comunidades que habitan en la Argentina, un 40 por ciento de sus integrantes no está documentado y que seis de cada diez aborígenes es analfabeto.
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Chicos de la comunidad guaraní El Soberbio, en el noroeste misionero.

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