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miércoles,
02 de
agosto de
2006 |
Resabios del pasado
Este abordaje le da una vuelta de tuerca al enfoque médico tradicional. Años atrás hubiera resultado ilógico pensar que una madre embarazada que no estaba bien nutrida podía afectar y programar internamente a su bebé y que cincuenta años después, éste manifieste esa carencia mediante enfermedades cardiovasculares, o bien, que tenga tendencia a la obesidad ya que su cuerpo ha ahorrado calorías por miedo a padecer hambre. "Hay un cambio en lo cotidiano; hoy se le da relevancia al escuchar, a las situaciones de vida cotidiana, a la compensación y a la relajación, cómo duerme y qué come el paciente, y a la necesidad de una red de sostén psicológica o psiquiátrica", resume Intebi.
Por su parte, la licenciada Raquel Zonis Zukerfeld, psicóloga que trabaja junto a Intebi en psiconeuroinmunoendocrinología señala que "cada sujeto interpreta de modo singular los eventos o situaciones adversas, de manera tal que un mismo evento adquiere una dimensión particular y esa atribución va a determinar una reacción específica. Esta significación tendrá que ver con las características y modelos con los cuales se ha identificado a lo largo de su vida, con la calidad de su sostén vincular y con su estilo de vida". Zukerfeld subraya eso concepto para introducir otro muy en boga, el de resiliencia.
La resiliencia se define como la capacidad que tienen los seres humanos de enfrentar, sobreponerse y salir fortalecidos o transformados por las experiencias adversas. Surge de la interacción con otros sujetos que se ofrecen como sostén, que acompañan y ayudan a superar las situaciones traumáticas. "No se nace resiliente, se adquiere en el contacto significativo con otros que le permitan a la persona afectada desarrollar nuevas condiciones de afrontamiento que transformen el efecto traumático", dice la psicóloga.
La terapia ayuda al paciente que padece una enfermedad física actuando de distintas maneras. Si padece una enfermedad crónica el terapeuta lo ayudará a aceptar su dolencia, el primer paso para que pueda realizar un tratamiento. "Aceptar es distinto que resignarse, la resignación es una actitud pasiva; en la aceptación hay una actitud activa de búsqueda de la recuperación, una actitud creativa y colaboradora con el terapeuta que repercutirá positivamente en la evolución de su enfermedad", aclara la profesional. El terapeuta también puede colaborar con el paciente en generar mejores recursos para disminuir las situaciones estresantes que inciden negativamente en el desarrollo de su patología, promoverá mejores hábitos de vida y trabajará con su paciente en la recomposición de sus vínculos afectivos para generar un mayor sostén emocional. Zukerfeld respalda la premisa de que el ser humano constituye una unidad bio- psico- social en permanente interrelación, de tal manera que "es imposible pensar procesos en forma independiente".
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