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miércoles,
02 de
agosto de
2006 |
La política de enseñar
Para Briski se retrasó la experimentación actoral
Docencia, política, cultura y arte confluyen en el discurso de Norman Briski como cuatro patas de una misma mesa. "Tengo un promedio de cien alumnos todo el año, que me mantienen despierto y alerta", dijo sentado cómodamente en el motorhome de "La peli", mientras un remise lo esperaba para llevarlo a almorzar.
"Veo curiosidad y entusiasmo en los jóvenes actores, al menos en los grupos que trabajan conmigo, pero lo grave es que en la Argentina se cortó una historia", desgranó el protagonista de películas emblemáticas de las últimas cuatro décadas del cine argentino, como "La fiaca", "Los días de junio" y "La mina".
Preocupado, destacó que "en la Argentina se cortó una historia. La dictadura, el genocidio, interrumpió una coherencia en el campo cultural, en el terreno de la subjetividad", y agregó: "Considerando a dónde había llegado la historia del teatro argentino, el teatro independiente y cómo se cortó con muertes, con torturas, se retrasó el nivel de experimentación en el país". "En los 60 y 70 -recordó- hacíamos cosas con valores de alta poesía y alto nivel de experimentación, y cuando volvimos (del exilio) el público ya no tenía lenguaje para entender lo que había pasado. Hubo un grave abismo, que nadie notó tal vez en otros campos, pero en la cultura es feroz lo que pasó".
Vinculando la docencia con la historia política del país, dijo que "hubo un tiempo en que el teatro de realidad, fantasía y símbolo era un lenguaje familiar para los jóvenes, pero después hubo que empezar a hacer pedagogía otra vez". Y remató: "Sentíamos que no nos entendían y había que explicar todo de nuevo. El menemismo también fue responsable directo de todo esto, casi tanto como la dictadura".
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