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 domingo, 30 de julio de 2006  
[lecturas]
La tuberculosis y sus metáforas: fantasmas glamorosos

Rubén Chababo / La Capital

Ensayo. Una enfermedad romántica, de Amalia Pati. Editorial Municipal de Rosario, Rosario, 2006, 98 páginas, $ 10.

Hay ensayos cuyo mérito radica exclusivamente en la exhaustividad desplegada por el ensayista en la tarea de recopilar datos e información sobre su objeto de estudio; hay otros en los que a ese mérito se le suma la capacidad de transformar esos datos en materia narrativa. "Una enfermedad romántica" pertenece a esta categoría de ensayos en los que el lector es invitado a realizar un recorrido en los que nunca los datos e informaciones saturan la lectura sino que por el contrario funcionan como una apoyatura para ubicarlo en el lugar exacto de la trama temporal en la que el fenómeno a investigar está anclado: en este caso, las representaciones sociales y en particular estéticas de la tuberculosis en el siglo XIX y comienzos del XX.

Polemizando en algunos casos con el dogma científico que de manera imperial se empeña tantas veces en imponer su saber y su interpretación acerca de las enfermedades, Pati diseña un recorrido de la enfermedad leído a la luz de las creaciones literarias, lo cual permite reconocer que en determinados momentos de la historia ser portador de la tuberculosis, lejos de un estigma, constituyó un rasgo glamoroso y de distinción social, en especial dentro del campo cultural. "¿Qué significaba estar tuberculoso desde el punto de vista intelectual y artístico? ¿Por qué ésta y no otra enfermedad gozó de tantos privilegios durante gran parte del siglo XIX?", se pregunta.

La respuesta, acaso incomprensible para muchos es que, como bien lo explica la autora, "la posesión de la tuberculosis contribuía a desarrollar en sus víctimas un conjunto de atributos que una elite, integrada por jóvenes provenientes de los diferentes ámbitos de la cultura, asumió como propios. Snobs, parvenus y trepadores sociales que desde el siglo XVIII intentaron reafirmar su pertenencia a una clase en decadencia mediante nuevas actitudes en el vestir y, también, frente a la enfermedad. Para ellos la tuberculosis era índice de gentileza, delicadeza y sensibilidad".

Para demostrarlo la autora hace un seguimiento de obras ficcionales y páginas testimoniales en los que la referencia a la enfermedad ocupa un lugar nada secundario: desde los diarios de Katherine Mansfield a los de Franz Kafka pasando por novelas canónicas como "La dama de las camelias", de Alejandro Dumas, o "Cumbres borrascosas" de las hermanas Brontë. En todos estos textos la tuberculosis se hace presente ocupando el lugar de un oscuro fantasma al que se ha esperado y anhelado y cuya presencia desencadena una serie de reflexiones que permiten pensar acerca de la fugacidad de la vida como de la fragilidad y evanescencia de todo lo existente. La poesía tampoco es ajena a esta inscripción: el caso de John Keats (paradigma del poeta joven, tuberculoso y enamorado) y de su prematura muerte, al que la autora le dedica un capítulo, no hace más que acentuar la dimensión singular de una enfermedad tan fuertemente asociada a la experiencia estética y amorosa.

Leer la enfermedad tomando como base a la serie literaria es una ventana abierta a la lectura de la sociedad en la que ella tiene lugar. Así como todo lo que se dice o se ha dicho en torno a la sífilis y el Hiv sida habla, en buena parte, de los miedos y las fantasías sociales, el predicamento acerca de la tuberculosis sigue una matriz similar. Sin embargo, como bien lo señala Pati, si la aparición de estas enfermedades invitó y sigue invitando a formularse preguntas prejuiciosas y estigmatizadoras acerca de la conducta de los enfermos (qué hicieron ellos para contagiarse aquello) la tuberculosis estuvo alejada de esta condena velada al ser recibida en tantos casos con orgullo por parte de amplios sectores de la sociedad e incluso por sus víctimas directas.

Así, y estableciendo una lectura en la que la serie literaria dialoga con la escena social, Amalia Pati logra demostrar de qué modo fue la sociedad del siglo XIX la que convirtió a la tuberculosis en un ideologema artístico con una altísima productividad y eficacia poética. Los hombres y mujeres contagiados de tuberculosis, lejos de ser vistos como monstruos asociales, llevaron sobre sí el aura distinguido conferido por la certidumbre de una muerte inminente no alejada de los ideales de belleza. Esto, es necesario subrayarlo, dentro de ciertos sectores y clases, porque en su gran mayoría la tuberculosis junto al alcoholismo y las enfermedades venéreas conformó el llamado "trío terrorífico" sobre el que se descargaron no pocos anatemas y batallas moralizadoras de fuerte contenido discriminatorio.

De las fuentes de las que el ensayo se nutre hay dos que funcionan como estímulos de escritura o interlocutores permanentes. Una de ellos es "La montaña mágica", de Thomas Mann, texto al que Pati confiere el poder de haberle abierto la mirada hacia la visualización de un panorama desconocido; el otro es la obra de Susan Sontag, en particular el ensayo "La enfermedad y sus metáforas", texto con el que dialoga a lo largo de su ensayo, y con el que también disiente y polemiza.

"Una enfermedad romántica" obtuvo el segundo premio en el concurso de ensayos organizado por la Editorial Municipal de Rosario, un reconocimiento indiscutible para un texto en el que confluyen la aguda reflexión crítica de la mano de una escritura que tiene la capacidad de saber invitar al lector a realizar un recorrido por un territorio ocupado por protagonistas tan poderosos como son la belleza, la juventud, la literatura y la muerte.
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Hallazgo. Pati para demostrar su hipótesis de trabajo rastrea en obras ficcionales y testimoniales, como los diarios de Mansfield o Kafka.

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