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domingo,
30 de
julio de
2006 |
Editorial
Reelección, ética y política
Valorable gesto ha tenido el gobernador de Santa Fe al desistir de cualquier modificación de la Carta Magna provincial que pudiera favorecerlo al permitirle luchar por su reelección. El pueblo necesita percibir que las reglas de juego no se cambian en función de los intereses de la coyuntura.
Mientras la notoria reactivación económica que se trasluce a nivel nacional la sigue contando como una de sus principales beneficiarias, la provincia de Santa Fe atraviesa tiempos menos calmos desde el punto de vista político. Es que la cada vez mayor proximidad de las elecciones se vive en el marco de un panorama ciertamente complejo para el oficialismo, que enfrenta el desafío encarnado por el Partido Socialista sin definiciones claras aún a la vista. Tras la reiterada declinación de su candidato lógico, el senador Carlos Reutemann, a aceptar la postulación, los nombres que quedan en danza -Rafael Bielsa y Agustín Rossi son los principales- todavía no se han decantado en la necesaria cohesión que permita unir fuerzas en pos de la victoria. Es dentro de ese paisaje ambiguo que se ha producido un gesto que merece ser destacado: la cerrada negativa del gobernador Jorge Obeid a permitir una posible reforma de la Carta Magna santafesina que le posibilite ir por la reelección en el cargo que ostenta.
Después del sonoro "que se vayan todos" que retumbó en toda la extensa geografía del país durante el recordado mes de diciembre de 2001, la dirigencia política nativa se encontró en la encrucijada que representaba producir un cambio de rumbo o poner en riesgo, inclusive, la institucionalidad de la Nación. Pero en gran parte disimuladas por la recuperación de la economía, las mismas características que tanto cuestionó en aquel entonces la ciudadanía movilizada continúan vigentes en el día de hoy. Hacen falta, entonces, tanto como siempre y hasta más que nunca actitudes que permitan reconstruir los deteriorados puentes de la confianza entre representantes y representados. Y gestos como el del mandatario santafesino constituyen, sin duda, un nítido ejemplo de lo que se reclama.
"He jurado por una Constitución que no permite la reelección y creo que es hora de que los hombres de la política empecemos a dar testimonio de que las cosas no las hacemos en beneficio nuestro", afirmó categórico Jorge Obeid al momento de explicar su rotundo rechazo a cualquier modificación de la Ley Fundamental por la cual juró en 2003. Y para aventar cualquier posible sombra de suspicacia, amplió: "Cuando el justicialismo defina a su candidato me va a tener a mí como un militante más trabajando para que llegue al gobierno".
Cuando, como en este caso, es mucho lo que se encuentra en juego, resulta aún más valioso que se registren gestos como el del gobernador. Más allá de las maniobras de vuelo bajo de los operadores de turno, los santafesinos necesitan percibir que las reglas del juego no se modifican de acuerdo con los jugadores.
El candidato que elija el justicialismo para luchar por la Casa Gris deberá hallarse a la altura moral que tal precedente reclama. Ojalá se privilegien los méritos personales y no la cercanía coyuntural con el poder de turno.
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