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domingo,
30 de
julio de
2006 |
Aliados del invierno
Los alimentos frescos de la temporada aportan vitaminas y sales minerales a los platos de invierno. Algunos de los más recomendados son:
Espinaca: son una fuente importante de ácido fólico, vitamina A y proporcionan calcio, magnesio y hierro. Aunque no deben faltar en la dieta, su consumo excesivo no es conveniente en personas que han sufrido cálculos renales, gota, artritis o reuma porque tienen un alto contenido en oxalatos. Se deben consumir pronto porque las hojas se ponen mustias en poco tiempo. Con las más tiernas se pueden preparar ensaladas.
Pomelo: es de la familia de los cítricos, rico en vitamina C, potasio y flavonoides y, como todos los alimentos amargos, favorece la digestión. Su jugo, sobre todo tomado en ayunas, tiene virtudes laxantes y depurativas, además de estimular el buen funcionamiento del hígado, los riñones y las glándulas endocrinas. Deben elegirse los que tienen más peso y la piel fina. Se conservan hasta 2 semanas a temperatura ambiente, y hasta un mes en la heladera.
Jengibre: es un eficaz antiinflamatorio, estimula el apetito y la circulación sanguínea, y si se toma en infusión alivia problemas digestivos como náuseas e indigestiones. La raíz fresca se conserva mucho tiempo en la heladera, pero debe rallarse a medida que se requiera porque su aceite esencial, la zingiberina, se volatiza con facilidad.
Repollitos de Bruselas: aportan vitaminas A y C, y sobre todo ácido fólico ya que 150 gramos cubren el 50% de las necesidades diarias de esta vitamina. No obstante, tienen menos calcio que otras crucíferas. Deben comprarse los que son firmes, lisos y sin manchas de manera que conserven mejor sus nutrientes y propiedades, entre las que se destaca su acción anticancerígena. Basta cocinarlos durante 15 minutos y escurrirlos rápido para que no se ablanden ni se pongan amarillos.
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