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domingo,
30 de
julio de
2006 |
La causa de un martirio
"Tenemos más pruebas de su martirio que del de muchos mártires de los primeros siglos del cristianismo", afirmó el obispo Jaime de Nevares en 2001. En el "Nunca Más" -capítulo II- se documenta: "Angelelli acababa de dejar Chamical tras una misa por los asesinatos de los sacerdotes Carlos de Dios Murias y Gabriel Longueville. El obispo manejaba una camioneta (Fiat 125) en la ruta 38, recuerda el padre Arturo Pinto, quien lo acompañaba. Apenas dejaron Chamical comenzó a seguirlos un automóvil. Entonces apareció otro coche y a la altura de Punta de los Llanos los encerraron hasta hacer volcar la camioneta".
Pinto dijo que al despertar de su desmayo, vio al obispo muerto en la ruta: "La única lesión que presentaba su cadáver fue la nuca destrozada, tal como si lo hubiesen molido a golpes".
A pocos días del hecho la fiscal Martha Guzmán Loza pidió archivar la causa, ya que "el evento de tránsito fue producto del fortuito desinflado de un neumático".
Durante la dictadura, los obispos De Nevares, Novak y Hesayne denunciaron el hecho como un asesinato. En 1986, el juez riojano Aldo Morales sentenció que se había tratado "de un homicidio fríamente premeditado".
Cuando testimonios posteriores involucraron a militares en el crimen, las Fuerzas Armadas plantearon la incompetencia del juez, que éste rechazó en marzo de 1987. Luego de la apelación del tribunal militar la causa pasó a la Corte Suprema de Justicia de la Nación, quien la derivó a la Cámara Federal de Córdoba.
El tribunal resaltó "la posibilidad de que las órdenes que originaron los presuntos delitos emanaran del Tercer Cuerpo de Ejército", así señalaba como responsable al comandante general Luciano Benjamín Menéndez.
En abril de 1990, la ley de punto final extinguió la acción penal contra tres militares imputados por el atentado. Pero, tras la anulación de las leyes de obediencia debida, el presidente Néstor Kirchner impulsó la reapertura de la causa, en agosto de 2005.
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