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domingo,
30 de
julio de
2006 |
El verano en Nueva York: cuando el asfalto se derrite
Christoph Driessen
"Algunas noches, en Nueva York hace tanto calor como en Bangkok", escribió una vez el premio Nobel de literatura Saul Bellow. "El Atlántico gris es de pronto verde y tropical", aseveró.
No todos pueden hallar tantas cosas positivas en estas condiciones meteorológicas como en el pasado hizo el escritor alemán Carl Zuckmayer (1896-1977), quien vivió en Estados Unidos en el exilio: "Aun el calor tropical húmedo de una ola de calor tenía algo estimulante debido a su carácter exótico".
Temperaturas que rondan los 40 grados y una humedad de hasta el 90 por ciento en la metrópolis de 8,5 millones de habitantes hace que se cree una nueva forma de sociedad con dos clases.
Unos pueden permitirse ignorar el verano al moverse durante todo el día en viviendas y oficinas climatizadas y hasta pasean por la ciudad a sus perros en taxis especiales con aire acondicionado.
Los otros transpiran. Se colocan latas de gaseosas frías en las sienes y abren los hidrantes en las calles para tomar una ducha en público.
No hay balnearios. Y si bien Nueva York es una ciudad isla, no es adecuada para hacer vacaciones en la playa: o el agua está demasiado sucia o las corrientes son demasiado peligrosas. La playa de Coney Island en Brooklyn está abarrotada.
En el calor del mediodía se desvanecen los contornos de los rascacielos, que también parecen transpirar: sobre la calle caen gotas desde las alturas. Se trata del agua de condensación de los artefactos de aire acondicionado, que en todos lados cuelgan debajo de las ventanas.
Todo verdadero verano en Nueva York trae consigo un colapso por sobrecarga de la anticuada red eléctrica. Las heladeras y los acondicionador es de aire, que funcionan al máximo por millones, son simplemente demasiado.
Este año se vieron afectadas 100 mil viviendas en Queens. Mil de ellas seguían sin suministro eléctrico después de 10 días. El alcalde Michael Bloomberg sólo dice que los neoyorquinos se deben acostumbrar a los cortes de electricidad. Lo que no mata, fortalece.
Pero el calor también acerca a los neoyorquinos. El fenómeno es denominado "stooping", derivado de la palabra holandesa "stoep".
El "stoep" se utiliza para denominar tanto a la acera como a la escalinata hacia la puerta de la casa típica en Amsterdam, al igual que la vivienda clásica en Nueva York. Debido a que ni siquiera refresca por la noche, muchos habitantes están sentados allí hasta bien entrada la madrugada escuchando música, jugando al ajedrez, tomando bebidas frías. Y se dicen: "La próxima tormenta de nieve llegará seguro". (DPA)
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