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domingo,
30 de
julio de
2006 |
En Foco. Culminó el primer round
El primer paro agropecuario de la administración Kirchner terminó en la semana que pasó con una suerte de empate técnico, que puede abrir el escenario de una nueva relación entre el gobierno y los ruralistas que lo llevaron adelante.
Los productores nucleados en CRA cumplieron con el mandato de las bases de expresar su malestar en forma generalizada en todo el país, sin entrar en una confrontación contundente como la que podría haber significado una avanzada más firme para entorpecer la actividad comercial.
El gobierno, más allá de algunas chicanas de manual como el lock out comprador en Liniers, optó por no entrar en una guerra de declaraciones con la conducción ruralista. Presentó el plan ganadero para disputar los titulares de los diarios y les recordó los recursos que volcó el Estado para apoyar el aumento de la rentabilidad de las empresas agropecuarias luego de los últimos años de la década del 90, pero también definió al campo como un "pilar de la economía" y convocó a los dirigentes a retomar el diálogo.
La agroindustria, de la mano de instituciones representativas del mercado, frigoríficos, empresas lácteas, exportadores, aceiteras y otro amplio grupo de cámaras del sector, optó por la ambigüedad dejando que los flashes captaran el malestar de los productores pero sin comprometer apoyo alguno, cuando no directamente aportando alguna zancadilla.
Este posicionamiento es contundente a la hora de apreciar que "el campo" no es concepto monolítico, tal como suelen presentarlo tanto los que lo identifican como el gran salvador de la crisis, como los que ven en él un núcleo de funestos oligarcas.
Seguro se recordarán movilizaciones más numerosas. Pero la generalización de concentraciones en el interior, más la propia dinámica por la cual se convocó a la medida, dan una idea de la espontaneidad que la caracterizó. "No somos oligarcas, pero no nos parece bien que los que tenemos 10 vacas le estemos subsidiando el asado a los restaurantes de Puerto Madero", dijo ofuscado un ruralista entrerriano.
El gobierno pareció darle la razón cuando presentó el plan ganadero con beneficios segmentados para que lleguen con mayor fuerza a los más de 160 mil productores que poseen menos de 250 cabezas de ganado, y no a los pocos que tienen muchísimo más que eso. El problema es que la restricción de exportaciones no hace distinciones de stock.
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