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 miércoles, 14 de junio de 2006  
Editorial
El trabajo privado y otra señal positiva

Valioso incremento ha experimentado en la ciudad y su zona de influencia uno de los índices más importantes para medir el crecimiento de la economía, cual es el empleo privado. Para que ello ocurriera no sólo contribuye la reactivación en curso, sino la indiscutible mejoría de los controles estatales.

Los datos económicos que se refieren a la ciudad y su zona de influencia no cesan de entregar indicios alentadores: ahora se sumó el empleo privado, indicador crucial para evaluar el real crecimiento. Y los datos hechos públicos anteayer permiten esbozar una justificada sonrisa: es que con un ingreso neto de seis mil ciento ochenta trabajadores a la actividad registrada -de acuerdo con información proporcionada por el gobierno de la provincia-, la región concentró casi el sesenta y cuatro por ciento de los nuevos puestos creados en Santa Fe y alcanzó su nivel más alto desde enero de 2004.

Los excelentes guarismos desmienten las versiones de amesetamiento que habían circulado durante la pasada semana, sobre todo en relación con un sector clave como es la construcción, gran traccionador de otras áreas. Es que justamente este rubro fue el que encabezó la creación de puestos de trabajo formales, con un veintisiete por cuento del total santafesino, seguido por el comercio, con un veinticuatro por ciento, y el sector metalúrgico, con un veinte.

Lo valioso de la situación que tales cifras reflejan es que no sólo se registra un crecimiento del empleo, sino del empleo formal. Bien sabido es que la Argentina de los años noventa, con las recetas neoliberales izadas al tope del mástil como funesta bandera, no generaron únicamente una feroz recesión y el consecuente auge de la desocupación, sino que también incentivaron el trabajo en negro. Esa plaga suele poseer un poderoso efecto residual, dado que aun ahora -con la notoria reactivación en curso- se trasluce fuertemente la mala costumbre empresarial de no blanquear a los empleados.

De allí que el progreso verificado en los últimos tiempos tenga sólidas raíces en dos sitios disímiles pero ciertamente, en este caso, complementarios: por un lado, la gran recuperación de la economía; por el otro -y tal cual lo ha remarcado la propia responsable de ejercerlos, la provincia-, la mejoría de los controles estatales.

La lección que brindan los hechos resulta aprovechable: el tan deseable "efecto derrame" de los beneficios que trae aparejados una reactivación económica sólo se hace posible cuando el Estado cumple con la función para la que está diseñado en un sistema capitalista saludable: el contralor del cumplimiento de las normas y la vigilancia del equilibrio.

Tal cual lo ha probado suficientemente la historia del siglo veinte, con los fracasos del estatismo a ultranza y del liberalismo extremo, sólo los modelos de gestión mixta permiten aspirar al éxito.
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