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jueves,
18 de
mayo de
2006 |
La extenuante nueva vida de los Alfaro
Abenamar Alfaro y su mujer Teresa tienen tres hijos: Sandra, de 39 años, Leonardo, de 34, y Carla, que cumplirá 17 justo un año después de quedar postrada -salvo un milagro, todo indica que para siempre- en el accidente del parque Norte. "A veces no sé qué hubiera sido mejor, es como tener un cuchillo clavado todo el tiempo que no deja de lastimar", sorprende Teresa llorando desde un lugar en el que la cruda verdad va más allá de las formas.
La mujer, de 59 años tan vitales que parece mentira que se sienta vieja al confesar su "miedo al día que no esté para cuidarla", sintetiza desgarradoramente la destrucción que vive su familia. "Vivimos por turnos: para salir, para comer, para ir al baño". Es que Carla necesita extremos cuidados las 24 horas del día para seguir viviendo y eso implica que sus padres no puedan dedicarse a otra cosa, situación que también alcanza a su hermano, que sólo puede realizar algunos trabajos eventuales. Esto no es todo: atrapados en los cuidados de su hija adoptiva, los Alfaro atraviesan por otros problemas económicos que los llevó a "vivir de prestado".
Sin embargo, esos problemas materiales parecen no tener cabida mientras Carla pueda ser atendida, tratamiento que por el momento es cubierto en parte por la Municipalidad y merced a un amparo que implica que una compañía de seguros se haga cargo hasta que se terminen de establecer las responsabilidades. "Se pasan la pelota como si el problema pasara por ver quién paga el arreglo de un auto. Sólo ven la parte monetaria, no el costado humano", resume Teresa al recordar algunas de las palabras que escuchó el último año. "Un médico llegó a preguntarme para qué seguíamos con todo esto. ¿Qué pretende, doctor, que nos envolvamos todos en un trapo y nos tiremos al río?". También recuerda que el padre de Matías Capozzuca fue a verla una vez "para arreglar entre nosotros". "Le dije que fuera a ver cómo estaba mi hija y una vez fue. Después no volvió más, ni lo quiero ver". A su lado, Sandra asiente indignada y cuenta cómo el estado de Carla afectó a sus dos hijos de 15 y 8 años con cuadros de migraña y gastritis originados en la angustia que sienten por cómo está su tía. El costado humano de la tragedia es, en rigor, el único que cuenta para ellos.
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