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 miércoles, 17 de mayo de 2006  
Roxana Kreimer: "Suelen preocuparnos demasiado nuestras ideas sobre las cosas"

Clarisa Ercolano / La Capital

Una nueva tendencia parece imponerse en Argentina y en todo el globo. La de utilizar la filosofía como una herramienta a la hora de solucionar problemas, trabas y contradicciones, frecuentes en casi todos los seres humanos. Lejos del ágora ateniense donde estos conocimientos se reservaban para algunos ciudadanos, pensadores argentinos como Roxana Kreimer, proponen "bajar a tierra" las bases de la sabiduría y ponerlas a disposición de todos los mortales.

Kreimer es licenciada en Filosofía y doctora en Ciencias Sociales de la UBA. Además, es autora del libro "Artes del buen vivir (filosofía para la vida cotidiana)", primera publicación sobre el tema escrita originariamente en español que le valió la invitación para inaugurar el Primer Congreso Iberoamericano en Sevilla. Hace tres años y medio dirige un Café Filosófico en la ciudad de Buenos Aires por donde ya circularon más de diez mil personas (entre 600 y 800 por mes en cuatro encuentros semanales).

Tras una hora de exposición teórica sobre diversos temas de filosofía práctica -por ejemplo, el sentido de la vida, la ira, la justicia, estilos conversacionales de hombres y mujeres- se genera el debate entre los asistentes.

-¿De qué trata esta técnica de utilizar a la filosofía como medio para mejorar la calidad de vida?

-En los últimos años comenzó a tomar cuerpo una corriente vinculada con la filosofía práctica que busca devolver el conocimiento filosófico al espacio público, estableciendo un canal que le permita salir de la cerrazón para contribuir de diversas maneras al bienestar social y personal.

-¿Cómo se implementa?

-Abarca distintas prácticas como el asesoramiento, en la que un asesor filosófico acompaña al consultante en la reflexión sobre diversos tópicos que abarcan desde problemas personales hasta inquietudes vinculadas con el devenir social y cultural. Este facilita la reflexión conjunta entre dos personas o en comunidades de investigación filosófica grupales y ofrece una alternativa a la terapia. No dialoga en tanto profesor de filosofía, aunque pueda valerse del conocimiento filosófico, ni como un tutor de conciencia que prescribe recetas. El consultante no es enjuiciado sino acompañado en un marco de libertad para el diálogo.

-¿Concurren más mujeres que hombres o es indistinto?

-En principio cualquier persona puede acceder a esta práctica. En casos de trastornos severos el asesor evaluará si lo deriva a un psicólogo o psiquiatra, pero esto no es lo más frecuente, ya que la mayoría acude por problemas vinculares y existenciales. La consultoría filosófica sirve para reflexionar desde otra perspectiva que no se limita a las explicaciones individuales sino que toma en cuenta el contexto social en el que surgen nuestras formas de pensamiento, nuestros hábitos y nuestras conductas. A todas las prácticas reflexivas (terapias, consultoría filosófica, cafés filosóficos, grupos de reflexión) suele asistir un porcentaje mayor de mujeres que de hombres. De todos modos, ambos géneros se benefician.

-¿Qué efectos puede producir en los "pacientes"?

-El asesoramiento filosófico no adopta modelos médicos y por tanto no se habla de "pacientes" sino de consultantes. Sus efectos parten de las consecuencias que puede tener una práctica de autoreflexión filosófica, pero no aspiran a quedarse exclusivamente en el ámbito del pensamiento sino también en el de la acción. No se trata de una práctica en la que meramente se ve de qué manera el consultante puede obtener lo que se propone. La filosofía también puede cuestionar los fines y enseñarnos a ver que suelen preocuparnos más nuestras ideas sobre las cosas que las cosas mismas.

-El libro "Más Platón menos Prozac", ¿disparó la tendencia en Argentina?

- Sí, es un libro con aciertos y gran cantidad de aspectos cuestionables, pero ayudó en todo el mundo a difundir esta disciplina, que cuenta ya con una considerable bibliografía, por cierto más recomendable que los libros de Marinoff.

-¿Cómo trabaja la consultoría filosófica?

-La consultoría filosófica trabaja con una metodología básica, lo que no significa que sea la única posible ni que se la deba seguir paso por paso. Primero se examinan los argumentos del consultante y sus justificaciones: una vez que el consultante discurre libremente sobre una serie de tópicos, el asesor sistematiza, ordena y jerarquiza las concepciones y los conceptos involucrados en el relato, sin dejar de atender a las emociones que puedan suscitar. Después se clarifican y aclaran términos. El consejero los analiza, abocándose en particular a los conflictos de valores y a los dilemas éticos. Luego se exponen los presupuestos implícitos e implicaciones lógicas y apunta a develar los presupuestos que signan el discurso del consultante para ayudarlo a ampliar su perspectiva sobre aquello acerca de lo cual se propone reflexionar. Para finalizar, se exponen las contradicciones e incoherencias. El consejero filosófico trabaja con la lógica interna del pensamiento del individuo y procede al rastreo de las teorías filosóficas.




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Kreimer reúne a 600 personas por mes.

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