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sábado,
11 de
febrero de
2006 |
La Forestal se convirtió en un
espejo de la explotación humana
La crónica cantada volvió a escena con Enrique Llopis, Jorge Cánepa y Víctor Tinelli en los roles principales
Marcelo Menichetti / La Capital
Una impactante historia es el principal sostén de "La Crónica cantada de la Forestal", la obra que se presentó el jueves último en el escenario del Teatro Broadway, protagonizada por Quique Llopis, Víctor Tinelli, Jorge Cánepa y Sergio Aquilano, con relatos de Antonio Tarragó Ros y dirección de Néstor Zapata. Con un buen marco del público el espectáculo volvió a los escenarios rosarinos en una tercera versión de la creación de Rafael Ielpi en la que se relata el surgimiento, el auge y la caída, del imperio forestal levantado en el norte santafesino para la explotación del tanino. Quique Llopis y Víctor Tinelli llevan adelante los roles centrales de la puesta, uno cantando y el otro actuando las penurias de los cientos de obrajeros que ofrendaron sus vidas a lo largo de más de medio siglo de existencia de la empresa.
La propuesta artística se apoya en un texto tan consistente y firme como un quebracho real y centenario. El surgimiento de la empresa convirtió a la selva chaqueña en un territorio floreciente. Aunque luego todos los progresos -impensables por entonces- se convirtieron en una carga que arrastraría las vidas de sus protagonistas en lo que fue el hundimiento de un imperio económico.
Los sueños iniciales de los trabajadores que cobraban sus salarios en especies se estrellaron en la dura superficie de la realidad cuando se comprobó que la pobreza seguía siendo el único capital concreto de los hacheros. El correlato al desencanto fue una rebelión que costó sangre y muerte para algunos, y un final muy triste para los sobrevivientes.
Esa historia es narrada a través de imágenes proyectadas en una pantalla que se complementan con el relato grabado por Antonio Tarragó Ros. Paralelamente, el actor Víctor Tinelli le presta carnadura a un obrajero que cuenta en primera persona su epopeya, mientras Enrique Llopis canta las canciones que reflejan la gestación y el clímax de una rebelión madurada a fuerza de dolores.
Con una puesta ascética que incluye a dos músicos en escena junto al actor y al cantor, y con una escenografía que se resume en una serie de paños suspendidos que se mueven en función del relato, Néstor Zapata ofrece una obra que logra sus puntos más altos en las intervenciones de Víctor Tinelli y Enrique Llopis. La música, en cambio, parece más apropiada para otros temas, mucho menos dramáticos y conflictivos que una crónica de la explotación del hombre por el hombre.
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Fotos
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Víctor Tinelli, el actor que interviene en esta tercera versión de la obra de los 70.
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