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 domingo, 29 de enero de 2006  
Una canasta muy "pijotera" para el bolsillo de la gente
Los empresarios pusieron muy poco sobre la mesa y lo condicionaron al nivel de los costos

Marcos Cicchirillo / La Capital

Casi como si tratara de las "ofertas" que de forma cotidiana publicitan las grandes cadenas de supermercados, el gobierno nacional desde hace dos semanas anuncia prácticamente todos los días la rúbrica de nuevos acuerdos con algunos de los principales proveedores del segmento alimentación, limpieza e higiene. En este lapso, firmó con 14 empresas pactos por alrededor de 150 productos y otro con un sector de la cadena cárnica.

La lista está lejos de los 223 productos que el año pasado se acordó mantendrían sus valores en las góndolas y de los 500 que pretendía el presidente Néstor Kirchner a comienzos de enero cuando puso como modelo a imitar la experiencia desarrollada en Francia desde 2003, que logró un acuerdo multisectorial por 8.000 productos y una serie de mecanismos de control para reducir los precios en un 3% (la inflación en el país galo promedia 1,8% en 2005).

Al mismo tiempo, la minilista está aún más lejos -como denunciaron diversas asociaciones de consumidores- de la conformación de una canasta de alimentos, higiene y limpieza que apunte a morigerar el impacto del incremento de precios en los sectores de la población que requieren mayor proporción de recursos para satisfacer necesidades básicas.

Hasta ahora, los acuerdos presentan una radiografía similar a la del rubro medicamentos a fines del año pasado y, en general, a la de todos los pactos sectoriales sellados hasta ahora: son todos productos que tienen poca o nula salida o no están al alcance de la mayoría de la población.

Por ejemplo, entre los productos incorporados en las últimas semanas se encuentran jabón para lavavajillas, una premezcla para buñuelos de espinacas, pañuelos descartables, toallitas femeninas, pan rallado, un insecticida y varios productos de primeras marcas.

Como contrapartida, hay una sola marca de jabón en polvo, de yerba mate, de té, leche y azúcar. El panorama es mucho más terrible si se tiene en cuenta que casi todas las compañías que rubricaron los acuerdos cuentan dentro de su cartera con varias marcas y con listados que muchos casos superan 600 productos.

Los límites de los pactos alcanzados se vieron en el mismo momento en que se firmaban. Por caso, las mismas empresas lácteas y yerbatera que se comprometieron a mantener los precios en una escasa gama de productos remarcaron varios otros.

De allí que el gobierno haya decidido revisar su estrategia y volver a negociar directamente con los supermercados, la otra pata importante en la formación de los valores en góndola.

Según el gobierno nacional, la estrategia asumida buscaba romper con los magros resultados a lo largo de los acuerdos sectoriales firmados el año pasado, que incluían un abanico de rubros más amplio: carne vacuna y avícola, lácteos, harinas y aceites. Pero hasta el momento sólo parecieron tener más impacto mediático que real.

En este sentido, las negociaciones empresa por empresa además de ser muy limitada en cantidad de productos no incluyeron a jugadores clave en la formación de precios, que junto con algunos de las compañías que sí firmaron, concentran en varios de los rubros entre el 60% y 90% del mercado en determinados productos. Tal el caso de Kraft o Johnson & Johnson, dos de las compañías que tienen fuerte presencia en las góndolas y no rubricaron acuerdos de precios.

Lo cierto es que las empresas que dieron el sí parecen haber logrado mucho más de lo que pusieron en juego en materia de distribución de los ingresos. A cambio de poner sólo un paquete de té y otro de yerba de segunda línea, se llevó la promesa del gobierno de hacer todo lo posible para conseguir frenar el aumento de toda su estructura de costos, en particular en materia salarial, impuestos e insumos.
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