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 domingo, 29 de enero de 2006  
Precios. Los economistas prevén que en enero el índice inflacionario alcanzará el 1,5% pese a los convenios. Imaginan un 2006 en que el sector asalariado deba hacer su aporte
La inflación ahora va por los trabajadores
Tras los acuerdos con las empresas, el gobierno propiciará este año las discusiones salariales atadas a la productividad para frenar el aumento del costo de vida

Patricia Martino / La Capital

Enero siempre se caracterizó por ser el mes de las vacaciones, del descanso y el relax, pero este año tiene un tinte particular: se convirtió en el elegido para cargar la agenda económica con un tema que preocupa especialmente al gobierno como son los acuerdos de precios. Nada más y nada menos que toda una definición en materia de política económica. Si bien este instrumento para contener el índice inflacionario fue implementado por el gobierno nacional por primera vez en marzo de 2005, durante el cálido y lluvioso enero de 2006 se transformó en la estrella de la temporada.

Es que la administración de Néstor Kirchner fijó en el presupuesto de este año una pauta anual inflacionaria de entre el 8 y 11 por ciento y al parecer el año arrancará con números que no cierran. Por caso, un grupo de economistas consultados por La Capital estiman que en enero el costo de vida superará el 1% y algunos se animan a pronosticar que tocaría el 1,5%. Además, la banca extranjera prevé una inflación anual del 15 por ciento y, según los especialistas "eso no es bueno para la economía argentina".

Frente a esto, el gobierno se ve en la obligación de contrarrestar ese escenario cueste lo que cueste. Y en este punto, los hechos hablan más que las palabras.

Por otra parte, los analistas advierten sobre una nueva realidad que tocará de lleno los bolsillos de los consumidores. "Tras los acuerdos de precios se vienen las discusiones salariales atadas a la productividad", dicen y esto marca un quiebre respecto del año pasado cuando esta alternativa fue proclamada y reclamada por los empresarios pero nunca tenida en cuenta por el gobierno.

Sin embargo, con la idea fija de frenar la inflación el tema comenzó a instalarse como otra de las herramientas de las cuales el gobierno puede echar mano.

Con lo cual, para los economistas, la consigna que se viene este año puede resumirse así: primero se les pidió el esfuerzo a los empresarios, ahora llega el turno de los trabajadores. Todos por el país.

La teoría no es producto de un delirio del verano. En rigor, los documentos firmados para establecer la nómina de productos a congelar se incluye una cláusula donde se liga la continuidad de los acuerdos de precios al aumento de los costos de insumos y de la mano de obra, con lo cual, la discusión salarial atada a productividad es casi un hecho.

No obstante, para los expertos la salida para evitar la inflación es otra. A pesar de que consideran que los acuerdos de precios son válidos, en el corto plazo, advierten que el gobierno debe pilotear una política monetaria, fiscal y de ingresos en forma conjunta.


Se olvidaron del turismo
Las proyecciones de los economistas están ancladas en que los últimos acuerdos de precios con empresas representativas de los rubros alimentos y productos de limpieza podrían contener la inflación de enero pero los gastos relacionados con el turismo la impulsarían. Si bien el gobierno nacional está convencido de que la metodología implementada contendrá la disparada del costo de vida, al parecer olvidó calcular el peso del turismo, un rubro que por razones estacionales alientan el consumo en los dos primeros meses del año y disparan el índice.

Sin embargo, en el tramo final de enero la gestión K también instó a los empresarios del sector a sumarse al maratón de acuerdos edición 2006. Así, dueños de hoteles y restaurantes de todo el país se reunieron para diseñar ofertas turísticas de bajo precio, eso sí, para febrero. En línea con los acuerdos alcanzados en los últimos días, los empresarios nucleados en la Federación Empresaria Hotelero Gastronómica de la República Argentina (Fehgra) acordaron rebajas del 15 al 35% en paquetes turísticos y menúes promocionales.

El economista Eduardo Curia señaló que "en enero pueden incidir más los servicios asociados al turismo con lo cual los acuerdos de precios en el rubro alimentos funcionan algo pero se puede seguir con una inflación por arriba del 1%".

Para el analista "los acuerdos no van a resolver el problema inflacionario sino que son un paliativo que tiene que jugar en consonancia con la disciplina fiscal más una política de salarios asociada a la productividad". Así, y en la medida que se integren estos aspectos, "puede haber una respuesta positiva".

En ese sentido, remarcó que "hay que hacer un esfuerzo para que el país tenga una inflación anual por abajo de los dos dígitos".


Aplacar las expectativas
Jorge Vasconselos, investigador jefe del Ieral Buenos Aires de la Fundación Mediterránea, explicó que el gobierno está tratando de aplacar las expectativas inflacionarias porque muchas proyecciones, entre las que se encuentra la de la banca extranjera, ubican al índice en el 15% anual. "No es bueno para la economía argentina que se instale esa idea y por eso el gobierno intenta combatirla", indicó.

El economista precisó que después de las reuniones con los empresarios para pactar los acuerdos de precios "se vienen las conversaciones con los gremios" para tratar el tema salarial. En ese sentido, remarcó que en esta oportunidad las discusiones giraran en torno a la productividad de cada sector.

"La ronda se debe completar con los sindicatos para llevar adelante una política de ingresos que debe estar asociada a un consenso entre todos los actores: gobierno, empresas, gremios. Es lógico que se comience por los empresarios pero es necesaria la pata sindical", precisó Vasconselos.

El investigador considera que la marca inflacionaria de enero será clave para ver si la estrategia implementada por la gestión K funciona o no. "Si el índice da por debajo del 1,5% puede ser leído como un éxito inicial pero si da por arriba será un traspié. Con los datos que tenemos hay más chances de que se ubique entre 1,2 y 1,4%, así el gobierno tendría argumentos para sentar a los sindicatos y negociar una política salarial asociada a la productividad porque de esta forma no se generan presiones inflacionarias", advirtió el economista de la Fundación Mediterránea.

Por su parte, uno de los mentores del Plan Fénix, Marcelo Lascano, coincidió en que los acuerdos son válidos pero en el corto plazo. Entiende que quienes sacrifican utilidades y márgenes de ganancias pueden hacerlo en el corto plazo porque con el tiempo se traduce en dificultades.

En rigor, Lascano considera que debe abrirse un espacio de deliberación intersectorial donde los empresarios compartan las ganancias y los asalariados participen en base a la productividad. "Me juego por ideas de desarrollo, para distribuir hay que crear", enfatizó.

Respecto al giro en las discusiones salariales, Lascano señaló: "No es que me guste la alternativa de asociar el tema a productividad pero es una solución viable, creíble y posible".


Amenaza o boicot
El economista jefe de la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (Fiel), Juan Luis Bour, mostró una mirada más crítica y dijo que este tipo de acuerdos no se aplican "en el mundo civilizado". Es más, consideró que se tratan de mecanismos de control. Además, agregó que la inflación "no es sólo producto de algunos empresarios que suben los precios, sino de políticas monetarias, fiscales y de ingresos".

Por si fuera poco, advirtió que "el gobierno hace firmar los acuerdos bajo la presión de que si las compañías no lo hacen se aumentarán los impuestos o se generará un proceso de intimidación pública. El caso de Horst Paulmann (titular del grupo Cencosud) es evidente. Amenaza o boicot".

El analista explicó que los acuerdos no son nuevos, que comenzaron el año pasado con productos alimenticios, se fueron extendiendo y "están forzados", al tiempo que indicó que este tipo de medidas "si bien tienen algún resultado, en el fondo no evitan la suba de precios más allá de dos o tres meses".

En ese sentido, indicó que en enero el índice puede rondar entre el 1,1 y 2% porque "no se puede evitar el aumento de los productos no controlados".

Asimismo, subrayó que el control de precios desequilibra la oferta y la demanda porque la gente se vuelca a consumir los productos promocionados con lo cual aumenta la demanda pero las empresas no pueden aumentar el volumen de producción porque la rentabilidad no se los permite, precisó.

"Seguramente estos controles, sostengan la inflación en el 12 o 13%, el problema es que si no se cambian estas políticas mencionadas el desequilibrio aumenta. Desde Fiel creemos que el gobierno va a mantener la inflación y va a terminar el cuarto trimestre en el 14,8, proyección que obviamente está condicionada", aseguró el analista.

En tanto, el economista jefe de Fiel advirtió que el problema inflacionario viene de la mano de la política expansiva que aplica el gobierno, como la monetaria, "que se puede observar en las tasas de interés. La política fiscal es de expansión debido al crecimiento del gasto público" y por último, "la política de ingresos impulsa los precios por el lado de convenciones colectivas".

"De esta manera es imposible tener crecimiento de precios por debajo del 10. Para que el gobierno sugiera una moderación en los precios debería impulsar políticas monetarias, fiscales y de ingresos menos expansivas. Si no es contradictorio", enfatizó Bour, quien considera que el control de precios no es sostenible con una política expansiva.

Respecto a este punto, el economista Abel Viglione (Fiel) subrayó que los precios se controlan con mayor competencia, mayor apertura y comprando más al exterior. "Se requiere tener consistencia fiscal y monetaria. Consistencia fiscal hubo hasta octubre más o menos, luego se perdió. En lo monetario no veo consistencia desde el momento en que para mantener el tipo de cambio en 3 a 1 compran todos los dólares que sean necesarios", dijo.

Además, Viglione puntualizó que "el gobierno tendría que revalorizar el peso, subir las tasas de interés y controlar el gasto" porque "con apertura y consistencia fiscal y monetaria los precios se acomodan solos".

En tanto, el economista de Fiel dijo que existe un umbral de inflación a partir del cual uno tiene que indexar. "Si hay una tasa de interés real del 18 por ciento quiere decir que hay al menos 17 de inflación. Por eso creo que el gobierno con estos acuerdos de precios lo que busca es evitar superar ese umbral", disparó.

En cuanto a ejemplos de aplicación de política de control de precios en el mundo, Bour dijo que el mejor ejemplo es la misma Argentina. "En el 73 se impusieron controles de precios, en el 74 se tuvo una inflación cero y el 75 todo voló. Con el Rodrigazo se liberaron los precios. Pero esto no es lo que estoy esperando porque no creo que el gobierno cometa esa imprudencia. Aparte en el 73 había déficit fiscal, mientras que en estos momentos hay una situación de superávit", repasó a modo de ejemplo.

Si bien en el país no se están aplicando precios máximos, estos acuerdos en definitiva, son un control de los precios. "Hoy en día no se utilizan controles de precios en el mundo civilizado. La manera de evitar la inflación son más eficaces a través de otros mecanismos", dijo.

El temor por el viejo y conocido monstruo de la inflación comenzó a mover el tablero con más fuerzas y a ajustar las políticas económicas del país es el desafío pendiente.
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