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domingo,
15 de
enero de
2006 |
La transición hacia un clima seco
Distintas investigaciones sobre la región hablan de una mayor irregularidadde las precipitaciones
Eduardo M. Sierra (*)
Durante el último cuarto del siglo pasado, un incremento del régimen de lluvias favoreció el avance hacia el oeste de la frontera agropecuaria. Salta, Tucumán, Santiago del Estero, el oeste del Chaco, San Luis, el oeste de Córdoba, La Pampa y el oeste de Buenos Aires, incorporaron a la agricultura tierras que, durante las décadas precedentes, habían sido consideradas marginales. Este proceso benefició también al este de Bolivia, al Paraguay y al oeste de Brasil y Uruguay.
Sin embargo, existen fuertes indicios de que este cambio estaría comenzando a revertirse.
Muchos investigadores coinciden en señalar que las regiones Noroeste, Chaqueña y Pampeana de Argentina, el este de Bolivia, la mayor parte de Paraguay, el sur de Brasil y la mayor parte de Uruguay, presentan un ciclo de precipitaciones de larga duración, que observa fases húmedas y secas, separadas por fases de transición, cuya sucesión sería aproximadamente la siguiente:
1) Entre 1875 y 1900 tuvo lugar una fase húmeda: las inundaciones ocurridas en este período fueron descriptas por Florentino Ameghino.
2) De 1901 a 1925 se observó una fase de transición durante la cual las lluvias fueron disminuyendo gradualmente.
3) El período 1926/1950 registró una fase seca, que incluyó las fuertes sequías acompañadas por voladuras de campos ocurridas desde fines de la década de 1920 hasta bien entrada la década de 1940.
4) Entre 1951 y 1975 se produjo una fase de transición, durante la cual las lluvias fueron en aumento, mejorando paulatinamente las condiciones para la agricultura.
5) A partir de 1976 se instaló una fase húmeda. La frontera de la agricultura se corrió hacia el oeste y volvieron a registrarse inundaciones en los terrenos bajos de la región.
6) Entre 2001 y 2025 se desarrollaría una fase de transición durante la cual las precipitaciones irán en disminución.
7) Entre 2026 y 2050 se desarrollará una fase seca, similar a la registrada entre 1926 y 1950.
Los hechos parecen favorecer la veracidad de esta teoría. Durante las últimas campañas agrícolas, una creciente falta de humedad fue adueñándose del margen occidental del área agrícola, causando crecientes daños.
Asimismo, los extensos anegamientos que afectaban a los terrenos bajos se redujeron en una notable medida, lo cual contrasta fuertemente con la situación existente hasta hace unos pocos años.
Estos indicios se ven reforzados por el hecho de que La Patagonia parece estar entrando en una fase de aumento de las precipitaciones.
Durante los últimos meses, la Cordillera Austral registró intensas tormentas, que provocaron inundaciones en Bariloche y otras zonas de la región.
Inicialmente, este proceso está causando problemas debido al proceso de adaptación necesario para adaptarse a un ambiente húmedo, después de muchos años de condiciones secas. No obstante, en el largo plazo se presentará una cantidad de ventajas.
Después de muchos años de retroceso, los campos de nieve cordilleranos, desde Tierra del Fuego hasta Mendoza se están realimentando, dando una buena perspectiva en lo referente a la disponibilidad de agua para riego y para la generación de energía hidroeléctrica.
Hace ya tres o cuatro años que la productividad de las pasturas de la estepa patagónica viene mejorando, lo cual podría ser aprovechado para un programa de recuperación de la cría de ovinos.
El peligro de incendios forestales se reducirá, y los planes de forestación se beneficiarán con la mayor disponibilidad hídrica.
Esto último resulta muy coherente con la teoría del ciclo de lluvias de Sudamérica, dado que La Patagonia y el resto del país se encuentran en oposición. Las fases húmedas al norte del paralelo de 42º Sur coinciden con fases secas al sur del mismo, y viceversa.
(*) Profesor de Climatología
Agrícola de la UBA y asesor de Climagro.
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