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jueves,
12 de
enero de
2006 |
Emotivo regreso de Baldomir a Santa Fe
Diario Uno de Santa Fe
Volvió con toda la gloria. Y su pueblo lo recibió con los brazos más abiertos que nunca. El pugilista Carlos Baldomir arribó a su querida Santa Fe cuando el sol le daba paso al anochecer para reencontrarse con los suyos, esos mismos que hace seis largos meses no disfruta como consecuencia de los diversos compromisos que debió afrontar antes de erigirse en campeón welter (es el primer argentino que consigue el título en ese peso en la historia) del Consejo y la Asociación Mundial de Boxeo, el domingo último nada y más y nada menos que en el imponente Madison Square Garden de Nueva York frente al entonces favorito Zab Judah. El ya oscuro cielo fue iluminado durante varios minutos por los fuegos de artificio que le dieron el marco que requería la ocasión hacia el nuevo rey del boxeo, que muy emocionado, tocaba con sus grandes, pero esta vez inofensivas manos, a las más de tres mil almas que lo siguieron minuto a minuto por sus pagos.
El Tata, así es como se lo conoce a Baldomir, no paró de sonreirse ni un minuto, mientras era paseado por toda Santa Fe, que vivió en carne propia una auténtica fiesta, como si se tratara también de una ceremonia recordatoria del más grande deportista santafesino de todos los tiempos, el mítico Carlos Monzón, de cuya trágica muerte -vaya capricho del destino- se cumplieron 11 años precisamente el domingo.
Los flashes no cesaban. Los micrófonos y grabadores lo seguían de cerca. Pero sobre su rostro, que aún exhibe algunas secuelas de la pelea ante Judah, lo decía todo. "Perdón muchachos, pero estoy muy cansado. Agradezco a todos su presencia, la verdad que me emociona. Pero deseo ir a casa porque hace mucho tiempo que no estoy con mi familia", dijo a modo de súplica.
Y el pueblo entero entendió al hijo pródigo, que estaba enfundado con una camiseta de su amado Colón, que abrió las puertas de su estadio para recibir al ahora más insigne de sus hinchas.
Fue entonces que el flamante campeón emprendió viaje, entre aplausos, besos y lágrimas, rumbo a su hogar. Ese mismo que refugió sus sueños y anhelos, con el apoyo incondicional que le brindan día a día su mujer y sus cuatro hijos, durante varios años y que desde el domingo se hicieron realidad.
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Fotos
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Una multitud recibió al flamante campeón mundial.
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