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miércoles,
28 de
diciembre de
2005 |
Cruce de denuncias entre empleados
del boliche y familiares de la víctima
"Cada una de las partes se tiene que poner la mano en el corazón y no ver la culpa sino la responsabilidad que le cabe en esta situación. Este es un problema social y cultural, porque las personas pasamos a ser números y no sujetos y tenemos que volver a ser sujetos. Esta es una muerte muy dolorosa para todos". Así se expresó Sebastián Rupil, abogado de la familia de Pablo Carabajal, el chico de 16 años que fue asesinado en la madrugada del sábado último en el boliche La Diosa.
En tanto, el patrocinante de los empleados de la disco, José Fulladoza, y el encargado, Adrián Cuesta, desmintieron ayer denuncias de amigos y vecinos del fallecido en contra de los empleados de La Diosa. "Yo, un amigo del chico que se llama Claudio y le dicen el Indio, y una mujer policía lo atendimos hasta que llegó la emergencia", aseveró Cuesta. El hombre, que se presentó como encargado y empleado, negó taxativamente que Pablo no fuera asistido en el boliche. "Nunca en mi vida me voy a olvidar de lo que viví, jamás estuve con alguien agonizando y sangrando. No sé cuánto tiempo pasó, pero tanto el Sies como Ecco llegaron rápidamente", aseveró el hombre.
El encargado detalló que el primer ingreso al boliche es un hall donde se abona el ticket de entrada y están los baños más un par de sillones. "En ese lugar se puede entrar con un cañón, pero después hay un detector de metales similar al de Tribunales, que hay que atravesar, además de un cordón policial tanto femenino como masculino que hace una requisa manual".
Lo cierto es que los vecinos se sumaron a las protestas de familiares y amigos de la víctima y denunciaron que en el lugar "no existen los controles, corre droga, y los desmanes y las situaciones de violencia son moneda corriente". También amigos y familiares de la víctima cargaron en contra del boliche y aseguraron que abrió sus puertas el sábado y el domingo pasados a pesar del asesinato ocurrido. "Es mentira, el mismo sábado a la madrugada, cuando nos informaron del fallecimiento, cerramos el local y no abrimos ni ese día ni el domingo", aseveró Cuesta, junto a Raúl Pereyra y Rubén Fernández, empleados de la barra de la cantina.
Mientras tanto, Rupil confirmó que ayer estuvo con los padres del adolescente muerto en los Tribunales y que también los acompañó a la Subsecretaría de Derechos Humanos de la provincia. "Por ahora, les informé de sus derechos y les propuse una estrategia de defensa, todos tenemos los mismos derechos elementales, después la familia decidirá cómo seguir adelante", explicó el profesional.
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