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 sábado, 24 de diciembre de 2005  
Un miembro de la familia Genovese que se convirtió en informante policial
La triste Navidad de un ex mafioso
Joe Iannuzzi integra un programa de protección a testigos. Vive de incógnito y no ve a su familia desde 1982

Larry McShane

Tristes son las Navidades de Joe Iannuzzi en Estados Unidos. El 25 de diciembre, cuando buena parte del mundo abre los regalos o hace el brindis tradicional, pasa una nueva Navidad lejos de su familia, sus amigos, su ciudad. Tal vez beberá un par de copas y verterá algunas lágrimas.

"Es triste, muy triste", dice Joe Iannuzzi, a quien apodan Perros, por su afición por las carreras de galgos. Y muy previsible, dado su pasado: ex soldado de la familia mafiosa Genovese, de Nueva York, sobrevivió a una golpiza brutal en 1981 que lo dejó al borde de la muerte, tanto que cuando despertó, en un hospital de Florida, un cura le daba la extremaunción.

Meses después, Iannuzzi se recuperó. Convencido que la venganza era el mejor remedio, buscó refugio en el Programa de Protección de Testigos federal, declaró en varios juicios y mandó a la cárcel a antiguos cómplices.

Y ahora, 24 años después, cada Navidad le trae el recuerdo de lo que dejó. Iannuzzi pasa solo la Navidad, pero no es el único. Desde 1971, más de 7.700 testigos han recibido nuevas identidades y domicilios después de declarar para los federales a riesgo de sus vidas.

No todos están tan solos como Iannuzzi: a muchos los acompañaron sus familias. Pero en general están lejos de casa, y para muchos las fiestas son una época melancólica.

"Hay una tremenda presión para volver a casa. Lo comprendemos, pero está absolutamente prohibido", dice Dave Turner, de la policía judicial, que administra el servicio.

Iannuzzi cambió el mundo rutilante de Nueva York y Florida por domicilios discretos en el sur. Ahora vive en un lugar donde "tengo que viajar 100 millas (160 kilómetros) para encontrar un buen restaurante".

Se ha acostumbrado al desarraigo, pero no a la Navidad en la clandestinidad. "Esto es lo peor. No veo a mi familia desde 1982", dice Iannuzzi por teléfono.


Con nostalgia
Hijo de un corredor de apuestas suburbano, Iannuzzi creció entre los pandilleros del norte del Bronx. Su primer trabajo, a los 14 años -que le valió su primera detención-, fue de secuestrador de perros, que devolvía a sus dueños apenas éstos ofrecían una gratificación.

Después tuvo un período honesto en el que trabajó de cocinero en restaurantes baratos. En Cleveland se formó profesionalmente como especialista en salsas. Pero después de un año, quería volver a casa.

"Era el momento de irse -dice-. Robé un auto y me fui a Nueva York. Así era menos caro. Lo conservé unos meses y finalmente lo abandoné en una calle".

Tres matrimonios y cinco hijos después, Iannuzzi profundizó sus lazos mafiosos. Se mudó a Florida, donde lo tomó como pupilo el mafioso Tommy Agro.

Iannuzzi sirvió de matón para Agro, que le prestó dinero para lanzar una operación de préstamos usurarios. Pero se atrasó en los pagos y la furia de Agro pudo más que la amistad. El 19 de enero de 1981, en una pizzería de Florida, Iannuzzi recibió una golpiza terrible de su antiguo mentor y algunos secuaces.

Su último recuerdo antes de hundirse en la noche fue el del zapato de Agro hundiéndose en sus costillas. Cuando se recuperó, Iannuzzi se pasó al FBI y se dedicó a grabar a sus cómplices mafiosos cuando discutían sus negocios ilícitos.

"Eran todos unos bocones, y eso fue su perdición -dice Iannuzzi-. Yo sólo grababa. Hablaban a más no poder".

Y después de tanto hablar, el capo Carmine Persico, alias la víbora, fue a la cárcel con una decena de secuaces, entre ellos Agro, que murió de cáncer en 1987.

Iannuzzi se acogió al programa de protección de testigos después de su sobrevivir a un intento de asesinato en Florida. Hoy, cuando le preguntan si alguna vez mató a alguien responde: "Qué pregunta grosera. Cambiemos de tema".

Pero a los 74 años, Iannuzzi se toma las cosas con calma. Recientemente se sometió a una "operación triple A: aorta, abdomen y aneurisma". Vive con dos terriers y relata alguna de sus experiencias más potables a sus vecinos. "Algunos me tienen mucho miedo. No sé por qué. Soy un buen tipo. Me lo repito todos los días", dice. (AP)
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Iannuzzi vive en un lugar secreto en Estados Unidos.

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