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 domingo, 20 de noviembre de 2005  
Una mirada femenina sobre la historia de la región
Interesadas por preservar la memoria, las arquitectas Graciela Schmidt y Viviana Mesanich publicarán "Huellas, guía urbana de mujeres de Rosario"

"La verdadera construcción cultural se crea a partir de un cimiento que nos identifica y es la memoria. La historia de Rosario no puede abordarse sólo desde el diseño urbano. Las mujeres fueron siempre las grandes ausentes dentro de esa historia. Entonces pensamos que podíamos rescatar esas acciones y gestiones que se hicieron en beneficio de la salud, la educación, el trabajo y los derechos". Este concepto firmemente defendido y consolidado por las arquitectas Graciela Schmidt y Graciela Mesanich, desplazó el tradicional modo de observar los hechos urbanos de Rosario y sus alrededores, indagando sobre la incipiente participación de la mujer en cada uno de los acontecimientos.

"Huellas, guía urbana de mujeres de Rosario" es el nombre del libro que próximamente publicarán las arquitectas. Hasta el momento y bajo el formato de CD, han logrado volcar parte del contenido de esta larga y minuciosa investigación que les llevó casi tres años, y que ubica en un plano las zonas y construcciones que fueron concebidas bajo el accionar de mujeres. La Comisión de Mujeres Arquitectas así como la Comisión de Patrimonio dependiente del Colegio de Arquitectos fueron el motor que las impulsó a iniciar este proyecto.

Con la idea de ocuparse de la ciudad, comenzaron a investigar los espacios públicos, privados o de viviendas, el medio ambiente, la seguridad en el diseño y el derecho a la ciudad junto a otras instituciones de mujeres profesionales. Schmidt y Mesanich charlaron con Mujer e hicieron un recorrido por los hechos y acontecimientos sobresalientes protagonizados por el sexo femenino, bregando por la persistencia de la memoria y una mirada del género sobre la ciudad.

Entre el diseño y la arquitectura, y de manera independiente a sus ocupaciones, estas dos profesionales siempre se mostraron interesadas en el tema. Herederas de una ideología feminista que supieron llevar adelante sus progenitoras, el libro no es más que el resultado de un modo diferente de concebir la realidad y la historia. Además son miembros de la Unión Internacional de Mujeres Arquitectas y participan activamente en diferentes organismos, pero recoger hechos y relatos desde los orígenes de la zona y a partir de la fundación de Santa Fe es una actividad que no deja de apasionarlas.

"Tuvimos que leer mucho porque la misma historia puede contarse de diferentes maneras y con otros protagonistas, y es necesario rastrear la presencia femenina en cada etapa. Releemos la historia oficial con otra mirada y entre líneas. A veces sólo nombran a las mujeres y en definitiva la historia es contada por hombres que sólo relatan historias de otros hombres", destacó Mesanich. A través de testimonios, acciones y gestiones, las mujeres se sublevaron al modelo tradicional impuesto, desafiando las convenciones y los prejuicios.

"Resignificar todas estas acciones proporciona a las mujeres una identidad propia y una seguridad de nuestras acciones futuras", agrega Schmidt, y comenta que recopilar historias, textos y consultar libros oficiales, españoles y recortes de diarios, recurrir a fotografías inéditas o perdidas en algún archivo no es una tarea sencilla.

El libro "Mujeres en la nomenclatura de Rosario" además de haber sido el puntapié inicial para esta segunda etapa de investigación, les facilitó información y algunos testimonios. "Nos encontramos con nombres que desconocíamos, entonces llamábamos a los familiares, e incluso algunos desconocían esta mención", recuerdan las profesionales. Este trabajo de investigación con formato de guía que reconoce y cita el accionar de cada mujer que contribuyó a una construcción, paseo o lugar público, fue presentado en la Asociación de Mujeres Empresarias de Rosario y en el marco de un congreso realizado por la Unión Internacional de Mujeres Arquitectas en Toulouse, Francia.


Universitarias y trabajadoras
En 1910, los trabajos más frecuentes eran los quehaceres domésticos, en fábricas y comercios, o en oficios como moda, costura y bordado, lavado y planchado, enseñanza y prostitución. La cultura en la ciudad y la ocupación de la mujer en los espacios culturales no es un tema menor. Las escuelas religiosas y normales abrieron el abanico de posibilidades destacando la labor de las primeras maestras que trajo Sarmiento. Pintoras y escritoras también dejaron huellas de una generación que prometía ser diferente.

La irrupción de la mujer en los ámbitos universitarios comienza recién en los años sesenta. "Hasta ese momento la mujer figuraba en otros ámbitos educativos y culturales, pero se desempañaba como maestra o profesora", explica Mesanich y hace mención a la primera mujer arquitecta, Mila Rosa Carniglio, graduada con notas brillantes en el año 1938.

"El registro en 1904 del trabajo en fábricas y talleres revela que las tareas en refinería eran muy peligrosas y que además deformaban el cuerpo femenino. Así aparecen las primeras anarquistas y sociales, como Virginia Volten, quienes luchaban por mejores condiciones laborales". Las arquitectas no pudieron abstraerse de trabajar e indagar acerca de la prostitución en la ciudad, considerada como un trabajo. "Resignificamos todo lo que se contó de Pichincha porque muchos investigadores lo abordaron desde el punto de vista del hombre, sin tener en cuenta el sufrimiento y el engaño al que habían sido sometidas esas mujeres. Desde Polonia y otros lugares llegaban a la ciudad, engañadas con matrimonios falsos, y esto no podemos ignorarlo".


Mujeres reconocidas
La investigación arranca con la invasión española en América, la fundación de Santa Fe y los adelantados. La historia urbana encuentra en esta versión una vuelta de tuerca. "La primera mujer empresaria agropecuaria fue Juana Romero de Pineda, viuda y madre de siete hijos, que hereda unas tierras y se instala. Cuatro testamentos revelan la forma en que trabajó y administró la estancia", afirmó Mesanich. Durante la época de la revolución, en 1810, comienzan a aparecer entre las patricias santafesinas las primeras protagonistas con nombre y apellido, como Catalina Echeverría de Vidal quien confeccionó nuestra bandera.

Las damas rosarinas y las de caridad fueron las primeras agrupaciones que se consolidaron con el objetivo de hacer obras de beneficencia. "Aunque era una actividad permitida para las mujeres fue muy mal valorada por algunos historiadores que aseguraban que sólo hacían fiestas y bailes para ponerse sus joyas y vestidos. No niego que lo hayan hecho pero tenían que recaudar dinero para hacer las obras. El Hospital de Caridad y los hospicios para niños fueron el resultado de las donaciones y gestiones que realizaron. Las damas trabajaban y cuidaban enfermos cuando no había nadie que lo hiciera", resaltan las arquitectas.

"De la beneficencia a la exigencia", es el título del último capítulo de esta formidable recopilación que pone de manifiesto la exigencia y los derechos de la mujer al voto y a reclamos lícitos. Eva Duarte de Perón y Alicia Moreau de Justo aparecen en escena como impulsoras de cambios trascendentes para la época. Schmidt y Mesanich cierran su trabajo recordando a las Madres de Plaza 25 de Mayo, las desaparecidas y los centros de detención. "Una vez más la fuerza de la memoria colectiva demuestra ser más poderosa que cualquier voluntad individual", dicen.


Generaciones futuras
Un siglo debió pasar para encontrar a la mujer en una relativa condición de oportunidades e igualdades, aunque a la sociedad todavía le cuesta despojarse del estigma machista. "Uno de los problemas con los que se topa hoy la mujer es no tener acceso a los cargos jerárquicos y a los lugares de decisión. La discriminación muchas veces se genera por su propio accionar como consecuencia de muchos años bajo esta situación. El hombre fue ganando conocimiento y práctica para expresarse en diferentes espacios. Tampoco el rédito económico es igual al del hombre", admiten.

Aunque en el ámbito político, por ejemplo, la mujer ganó terreno y logró ocupar el treinta por ciento en el congreso, las arquitectas aseveran que se profundiza la analfabetización y la feminización de la pobreza. "De acuerdo a datos oficiales, existen más mujeres pobres que hombres y lo mismo ocurre con la lectoescritura. Las tareas tradicionales como el cuidado del los chicos, enfermos y quehaceres domésticos ocupan a la mujer casi el tiempo completo. Es muy difícil equiparar la mentalidad de los dos géneros: el hombre que sale de su casa y se dedica al trabajo, y la mujer que requiere de ayuda familiar si desea dedicarle tiempo a su vida profesional o laboral", afirma Mesanich.

Paulina Schmidt
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Rescatar el pasado para entender el futuro es el desafío de Schmidt y Mesanich.

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