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domingo,
20 de
noviembre de
2005 |
El dibujante coordinó una visita guiada
Carlos Nine repasó su
obra entre la pintura
clásica y la historieta
En el Museo Estévez expone este artista, de quien sus admiradores aseguran
que "dibuja en lunfardo"
Eugenia Langone / La Capital
"Carlos Nine, dibujante", así se definió el mismo Nine y, quizás por eso, ese es también el título de la muestra que el artista porteño inauguró en el Museo Estévez (San Lorenzo 753). Aunque es la segunda exposición que presenta en la ciudad, esta vez él mismo realizó, junto al público, un recorrido por sus obras, trabajos que siempre se debaten entre el arte académico y los comics. "Soy un contrabandista. Llevo la pintura a la historieta y la historieta a la pintura", confesó. Aunque a la hora de las definiciones volvió a la de "dibujante" porque "aunque muchos lo creen menor, es la aduana por la que hay que pasar, es el oficio y hay que tenerlo".
En pantalón, camisa y zapatillas, y sin necesitar presentación, Nine se reunió con el público en la sala donde colgaban sus pasteles, acuarelas, los trabajos realizados para revistas nacionales, y algunos de los libros que lleva publicados en el exterior y que le valieron premios al Mejor Dibujante Extranjero en el Salón Internacional de Comic de Barcelona y el Caran D`Ache al Mejor Ilustrador (Italia), entre muchos otros.
Así, luego de sacarse fotos con algunos de sus seguidores y hasta firmar varios autógrafos, comenzó el recorrido "sin ningún plan" y lo hizo por las obras realizadas para publicaciones nacionales, como El Periodista, La Nación y Noticias.
"Son encargos editoriales que hay que hacer en base a una nota, pero yo me tengo que quedar tranquilo con mi experiencia estética porque no hay que hacer un trabajo servil del texto", aclaró, mientras recorría los pasteles que realizó para ilustrar la "ampliada" Corte Suprema menemista, donde representó a sus integrantes con cabezas de animales.
Ante la presencia de algunos aficionados, explicó cuestiones referidas a la técnica, al papel y al difícil uso de la acuarela, y reconoció la existencia de "momentos de inspiración, de gracia, donde todo sale en unas pocas horas".
Pero al referirse a los originales de su libro "Pampa", una historieta que publicó en Francia en tres tomos, llegó a una de las claves de su trabajo: el debate entre la pintura y la historieta.
"Debe ser la primera historieta de gauchos que leen los franceses, que no tienen idea de lo que es gaucho", dijo para introducirla. Es que allí no se privó de nada, y el mismo lo reconoció. "Intenté darle un estilo rústico, que tiene claramente elementos de la pintura, del expresionismo y hasta un homenaje a Prilidiano Pueyrredón con un típico paisaje pampeano", detalló el artista.
El propio Nine se definió como un "contrabandista entre la formación académica que recibió y la historieta", criticó a quienes "así quieren controlar las fronteras del arte", y aseguró que está "empecinado en tratar que ese límite se borre".
Pero el dibujo es para Nine "el oficio que hay que tener". Por eso, entre los originales que se exponen, trajo una serie de obras publicadas en el libro de tintas "Gesta Dei", que también se editó en Francia en 2000 y que quiere decir los trabajos de Dios (tomado de un texto de Jorge Luis Borges). Ese es para él "un verdadero diccionario de formas", algunas obras que llamó "garabatos".
Por eso se definió como "dibujante", aunque "muchos artistas de ahora digan que es algo superfluo, menor y antiguo". Pero no pudo evitar su amor por la historieta. "Es una cuestión de target, porque en el quiosco de revistas hay todo tipo de gente y hay más riqueza en el retorno de opinión. No es lo mismo que opine un crítico a que opine la gente. Es más, para mí fue una revelación cuando una alumna de 5º año me dijo «vos dibujás en lunfardo», es la definición exacta de lo que hago".
Y en ese amor a la historieta clásica en blanco y negro aparece Saubón, el personaje de su libro "El pato que amaba las gallinas". Un homenaje al Pato Donald de su infancia, tal como le contó al público, y un personaje sumido en una crisis ideológica porque es militante comunista y se da cuenta que ya es muy difícil hacer la revolución.
"Es un personaje político, pero todos los personajes son políticos", aseguró. El mismo Nine es un ex militante de izquierda que, según dice, llegó al dibujo en los 80 cuando "la revolución falló" y era una "forma de digerir lo que había pasado: la derrota".
De este dibujante-militante surgió uno de sus últimos trabajos, y que define como un "verdadero panfleto". Es el libro "Oh, merde, les lapins (Oh, mierda, los conejos)", donde critica a los países europeos por "ser cómplices de los Estados Unidos en su misión antiterrorista y en su racismo".
Los dibujos originales de este libro también se exponen en la muestra, donde se exhibe este multifacético Nine: contrabandista, dibujante y militante.
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Nine criticó a quienes "quieren controlar las fronteras del arte".
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