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domingo,
13 de
noviembre de
2005 |
Un mensaje y
una entrelínea
Guillermo Villarreal
El Episcopado reiteró su preocupación por el crecimiento sin equidad y alertó al gobierno que, de persistir la desocupación, los estallidos sociales se harán evidentes.
Tal la sustancia del primer pronunciamiento desde que Néstor Kirchner asumió la Presidencia, donde la Iglesia reclamó también políticas de Estado y atención a los sectores excluidos.
Inquietudes coyunturales que la Iglesia equilibra al considerar "exitosa" la negociación oficial por la deuda externa, por entender que no es a costa del hambre de los argentinos.
Los obispos negaron que el documento, fundamentado en la Doctrina Social de la Iglesia, sea una crítica a la gestión gubernamental, aunque la entrelínea muestre lo contrario.
La declaración esconde cuestionamiento bajo el manto de la teoría eclesiástica y describe, a modo de enseñanzas, falencias que la Iglesia dice observar en la gestión de Balcarce 50.
Falta de trabajo digno, desigual distribución del ingreso, reclamos sociales no atendidos y huelgas "desproporcionadas", son los ejes del planteo eclesial.
"En una sociedad donde crece la marginación no serían de extrañar manifestaciones violentas por parte de sectores excluidos del mundo del trabajo, que podrían degenerar en peligrosos enfrentamientos sociales", advirtieron.
El documento no es sólo un texto preventivo, sino -explicaron- sugerencias para "reconstruir la Nación" sobre la base del bien común, el destino universal de los bienes, la subsidiaridad, la participación y la solidaridad.
Cinco principios que, al entender eclesiástico, deben sustentarse en cuatro valores fundamentales: verdad, libertad, justicia y caridad.
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