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domingo,
13 de
noviembre de
2005 |
Lluvia de balas por las calles de la zona oeste de la ciudad
Frustrado robo derivó en una persecución y un ladrón muerto
Tres jóvenes quisieron asaltar una fábrica. Un policía, vecino del lugar, los puso en fuga tras una balacera.
Después el Comando los corrió unas 20 cuadras y en la zona de parque Oeste se desató el tiroteo final
Leo Graciarena / La Capital
Fue como en el lejano oeste, pero en Rosario. Tres delincuentes armados con un inusual poder de fuego intentaron robar una fábrica de retenes en barrio Godoy, pero un policía de civil los puso en fuga a balazos. Los hampones huyeron en una moto de 100 centímetros cúbicos y fueron perseguidos por móviles del Comando Radioeléctrico por más de 20 cuadras, hasta el parque Oeste. Allí, tras una intensa balacera, uno de los delincuentes resultó gravemente herido y murió antes de arribar al Hospital de Emergencias. En tanto su hermano mellizo fue detenido junto al tercer cómplice. Lo único que pudieron robar fue un handy. Les secuestraron dos pistolas 9 milímetros y dos revólveres, uno calibre 32 y otro 38.
"Estos pibes estaban rejugados". La síntesis la dio una vecina de barrio Godoy un par de horas después de que la cuadra en la que vive -Uruguay al 7600 - se transformara en zona de guerra. La mujer vive a 50 metros de la fabrica de retenes SAV y difícilmente olvidará que ayer, unos minutos después de las 11, tres delincuentes trataron de robar esa industria.
Los tres hombres armados llegaron hasta el portón azul que la empresa tiene sobre calle Uruguay, justo a la altura de la cortada Danieri. SAV es una empresa que nació hace más de 30 años y se desarrolló en el barrio. "La verdad es que no se qué venían a robar estos pibes", comentó la mujer sentada debajo de un árbol. "Todos los empleados de la empresa (más de 100 obreros en tres turnos) cobran por cajero automático y los administrativos los sábados no trabajan. Para mí que tenían mal el dato", conjeturó.
Los operarios del turno mañana estaban a punto de salir cuando uno de los encargados de la firma ingresó por el portón. En ese momento fue sorprendido por los ladrones que rápidamente dejaron claro qué querían: un culatazo en la cabeza para el empleado de seguridad que estaba en el ingreso y el encargado del local boca abajo en el piso les allanaba el camino.
Los vecinos relataron que los maleantes estaban alterados y decididos. "Al encargado le dispararon tres veces, pero no le pegaron ninguna", comentó otra mujer que en la vereda observaba el accionar policial. Un vecino que escuchó los disparos alertó a un policía que vive a la vuelta de la fábrica. El hombre, afectado a la Patrulla Urbana, no lo dudó. Tomó su arma reglamentaria y como estaba vestido les salió al cruce. Cuando el policía dio la voz de alto, la cuadra estalló en un feroz tiroteo y las armas se hicieron sentir. "¿No sabés como se dieron? Una vecina pasó corriendo gritando: «Cierren las puertas». Fue un milagro porque a esa hora los pibes juegan en la calle y nosotros tomamos mate en la vereda", contó la mujer.
Las huellas de ese primer tiroteo quedaron grabadas en las paredes de las viviendas. El policía los corrió dos cuadras y en la desesperación por huir, a uno de los hampones se le cayó un revólver calibre 32 casi al ingreso de la fábrica. Los ladrones huyeron por Uruguay y doblaron en Anderson. Ahí habían dejado una moto Guerrero 110 roja a la que se subieron los tres. En el rodado tomaron por Rivarola, pasaron a dos cuadras de la seccional 32ª y en Provincias Unidas fueron visualizados por un móvil del Comando Radioeléctrico que comenzó a seguirlos.
Persecución de película
La persecución fue cinematográfica. Los ladrones tomaron por Provincias Unidas y en Riobamba doblaron hacia el este. Ni los perros se les cruzaban. Con las patrullas sobre sus talones y a todo lo que la moto daba, volvieron a doblar por Barra hacía Cerrito. Pero el peso de los tres fue demasiado y la moto se descontroló. Cayeron sobre el pavimento. No había opciones. El parque Oeste, lo que era la antigua quinta Luciani, se presentaba como pasaporte para la fuga. "Corrían como locos. Uno de los pibes tiraba con dos armas. Estaban jugados. Mi esposa, que venía en bicicleta de hacer los mandados, se tiró adentro de una casa. Pudo ser una tragedia porque esto suele estar lleno de pibes", explicó un vecino de barrio Villa Urquiza Oeste.
Enceguecidos y tirando al bulto, los delincuentes saltaron la zanja y se internaron en el parque. Los pesquisas les seguían los pasos repeliendo la agresión. "Los que tiraban a lo bobo eran los pibes. Mirá las marcas en las paredes", relató otro vecino.
Entre los árboles, que sirvieron de escudo protector, comenzó el duelo final. Fue justo en un claro ubicado a 150 metros de donde quedó la moto, detrás de dos clubes infantiles -Juan Pablo II y Recuerdo Evita- y antes del playón deportivo del Distrito Oeste. Los chicos del barrio a esa hora se preparaban para ir al club.
Allí uno de los ladrones cayó mal herido. Una bala le atravesó la mano derecha y otra le ingresó por el glúteo y le salió por la ingle. Lo cargaron en una patrulla, pero murió en el Hospital de Emergencias Clemente Alvarez, previo paso por el hospital Carrasco. La policía lo identificó como Leonardo Emanuel Mansilla, de 22 años. En el parque también fueron detenidos el hermano mellizo del abatido, Mariano Abel Mansilla y Sebastián Héctor Ramírez, de 23. Todos tienen antecedentes, dijeron los voceros. Ramírez fue condenado en 2001 a 5 años y 6 meses de prisión. Las armas que se les secuestraron, además del revólver 32, fueron una pistola 9 milímetros, una pistola Bersa 3.80 (similar a la 9 mm pero con caño corto) y un revólver 38. Los investigadores precisaron que la pistola 9 milímetros había sido sustraída a un policía de la seccional 8ª en 2004.
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Fotos
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La moto de los delincuentes quedó tirada.
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