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 domingo, 13 de noviembre de 2005  
Panorama político
La transversalidad es la caja

Mauricio Maronna / La Capital

La clave de la transversalidad no reside en las ideas o en los nombres y apellidos. En Argentina, la transversalidad es la caja. ¿O no, Borocotó?

Si alguien creía que las operaciones encadenadas para dañar al adversario tenían como certificado de defunción el 23 de octubre, el tránsfuga que resultó electo diputado nacional de la mano de Mauricio Macri y pegó el abrupto salto hacia el kirchnerismo se encargó de demostrarle que estaba equivocado.

Para quienes se sobresalten ante la denominación de "tránsfuga", nada mejor que apelar al Diccionario Escolar Santillana de la Lengua Española: "Persona que abandona un partido político para irse a otro".

La falta de pudor con que fue presentado el fichaje del médico en el mismísimo despacho presidencial, bajo las sonrisas cómplices de Néstor Kirchner y Alberto Fernández, fue un cachetazo a quienes creen que la política de baja estofa, la ausencia de códigos éticos y la disolución de las reglas de juego son propiedad de otra denominación que (vaya casualidad) tampoco tiene nombre ni apellido: "Los 90".

El caso Borocotó fue el más estruendoso pero no el único. El Jordán parece hoy un simple arroyo serrano si la mirada se amplía a los nadadores que apuran el cruce. La cita a los fornidos barones del conurbano bonaerense (todos ellos formados bajo el ala protectora del hoy caído en desgracia Eduardo Duhalde) ya hizo perder hasta la capacidad de asombro.

"A mí nunca me interesó la política, siempre fui peronista", le hizo decir Osvaldo Soriano a uno de sus personajes. Esa frase es hoy todo un apotegma para quienes, al fin y al cabo, no se sienten traidores sino simplemente personas que tienen "lealtades sucesivas".

El poder de la caja o la caja del poder (elija el lector la sintaxis que prefiera) sobrevuela la escena sin que nadie se detenga más de dos minutos en intentar hacer un análisis profundo.

¿Es casualidad que en las últimas elecciones los oficialismos provinciales (con las excepciones de Santa Fe y Río Negro) hayan retenido las mayorías en sus distritos? ¿Por qué las denuncias sobre el voto Garbarino (entrega de electrodomésticos a cambio del sufragio) inundaron las redacciones hasta la fecha de cierre de la campaña y ahora nada se dice? ¿Cuál es el motivo de la falta de implementación masiva del voto electrónico, cuyos espasmódicos ensayos se parecen a los ejercicios de la filosofía slow que recomienda el best seller "Elogio de la lentitud"?

La catarata de sucesos ocurrida en las dos últimas semanas vuelve a convertir a la política nativa en una muñeca rusa que nunca termina de desvestirse.

Pasen y vean: una estación de tren y cinco formaciones incendiadas; balazos a las puertas de una municipalidad para repudiar reclamos salariales; la ciudad más custodiada del mundo convertida en zona liberada ante los ojos de las cadenas noticiosas internacionales más poderosas; legisladores, policías y manifestantes peleando cuerpo a cuerpo (en horario de trasnoche) en el Palacio de las Leyes de la Capital Federal. Barquinazos de un país demasiado tentado a columpiarse entre la anomia y la violencia, aun cuando diciembre de 2001 sigue a la vuelta de la esquina.

La Argentina histriónica y crispada no resolverá por este camino sus problemas estructurales. Sin vocación de diálogo entre gobierno y oposición todo quedará reducido a bravuconadas tribuneras y picardías criollas.

"Esto es más fácil que robarle un diputado a Macri", chicanean por estas horas los funcionarios en Santa Cruz, mientras se espera la fumata blanca que anuncie el nombre de los nuevos ministros.

En la agenda santafesina cuatro nombres acaparan la atención: Kirchner, Hermes Binner, Carlos Reutemann y Miguel Lifschitz.

El justicialismo provincial espera con ansiedad una señal del jefe del Estado para conocer si se abrieron heridas en su relación con el Lole tras la fallida salida mediática del senador. "Ahora empezá a prepararte para ser nuestro candidato a gobernador", dicen que le ordenó el jefe de Gabinete a Agustín Rossi en Balcarce 50. Según la calificada fuente, el diputado electo puso el freno de mano y contestó: "Ni loco, el candidato es Reutemann".

Como ya se escribió en esta columna, la imagen de Kirchner entrando a sangre y fuego en Santa Fe para sacar de escena al Lole entusiasma a algunos pocos dirigentes del Frente para la Victoria. "De ninguna manera tiene que suceder eso. El presidente y Reutemann van a contar hasta diez y mantendrán los acuerdos. Como dijo Obeid, es la única chance que tenemos de ganarle a Binner en el 2007", razona un ministro provincial. Sin embargo, la idea ronronea en algunos círculos de la Casa Rosada.

"La fórmula para el 2007 es Binner-Agustín Rossi contra Reutemann, porque hay que ver cómo queda después de los próximos dos años", dijo el encuestador oficial Artemio López, de trato más que frecuente con la Jefatura de Gabinete. Si los análisis políticos de Artemiópolis están regidos por los mismos resultados con los que encara sus sondeos, esa dupla transversal morirá de nonato. Del otro lado, ayer se insistía en que por estos días puede haber un llamado desde El Calafate a Llambi Campbell. Entre el blanco y el negro están los grises.

Con la misma frialdad con la que se para el Burrito Ortega frente al punto del penal, Binner deja correr los rumores, elogia al presidente y, silenciosamente, arma redes de cara a lo que vendrá. En Mendoza todos se preguntan de qué hablaron el gobernador Julio Cobos (quien está a favor del ingreso de radicales al Ejecutivo nacional) y el legislador electo.

En el Partido Socialista santafesino las movidas del hombre más votado el 23 de octubre son seguidas con lupa. Saben que "Hermes intentará ser coptado antes o después del 2007" por el gobierno nacional y, ante esa eventualidad, están decididos a blindar las estructuras partidarias. "No pasarán", dice un dirigente rosarino.

El PS (por tratarse de un pequeño partido de cuadros que tiene como numen la eficacia de las gestiones al frente de la Municipalidad de Rosario) necesita mantener la tradicional disciplina interna para resistir los embates de la caja nacional. El episodio Borocotó puso en alerta a la dirigencia.

"Ayer fue (Graciela) Ocaña, hoy Borocotó, mañana no se sabe...", grafica un concejal rosarino, al tanto del interés que tendrán los periodistas políticos desde el 10 de diciembre. "Ahí se van a aclarar las cosas. Nosotros somos un bloque opositor y Hermes (que va a ser presidente del bloque) se va a encuadrar. No sean obsesivos, esperen un poquito", recomienda entre risas un referente socialista mientras el atardecer se consume en un bar del Parque España.

No tan tranquilos, los justicialistas ruegan por estas horas que el gobierno provincial mejore su gestión y se felicitan de no haberse estrujado públicamente a la hora de buscar nombres propios para colocarles el mote de mariscales de la derrota.

Obeid parece haber acertado con la designación de Adriana Cantero al frente de Educación, un área que se convirtió en pesadilla con la ráfaga de paros que atravesó la provincia en su totalidad. A la hora de ensayar diagnósticos sobre las demoras en mover el gabinete (y su directa influencia en el resultado electoral), el reutemismo prefiere el off the record: sabe que si mueve el árbol no caerán solamente las frutas en mal estado. "Ahí se nos viene abajo el tronco", lucubra un ex ministro.

Curiosamente, no fue un rosarino el que blanqueó lo que constituye el desvelo de los muchachos peronistas locales. Juan Carlos Mercier (santafesino de los bulevares) sugirió que el supuesto boom de la "Barcelona argentina" es una construcción de periodistas alimentados por la caja municipal.

Por estas horas, varias carpetas conteniendo "facturas por servicios publicitarios" y/o "periodísticos" trasiegan las manos de algunos referentes del PJ, que se sienten víctimas "del antiperonismo militante de muchos tipos que usan el micrófono como mensaje de campaña". Fue, lo que en otras palabras, ensayó Mercier.

Más allá de las visiones conspirativas (o no, habrá que ver si los enunciados se transforman en denuncias concretas), el peronismo santafesino se parece a esas anquilosadas y viejas bandas de rock que hacen covers de sus propios temas. Es verdad que en medio de tanto desajuste, el marketing socialista municipal suena como un Stradivarius tocado por un eximio violinista en medio de los pinares.


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Néstor Kirchner, Carlos Reutemann y Hermes Binner.

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